Ha transcurrido muy poco tiempo desde que la pandemia del corona virus se hizo sentir en nuestro país y en forma abrupta y sin tiempo hemos tenido que hacer un giro casi completo en nuestra forma de vida, cambiando lógicas, estructuras, costumbres y paradigmas ante instancias propuestas o impuestas que nos han desafiado a quizás lo más complejo, adaptarnos a ellas sin vacilaciones y convenciéndonos de que es la mejor opción para disminuir los graves riesgos del contagio de la enfermedad y tratando de ser conscientes de los efectos que estos cambios han tenido y tendrán en los ámbitos personal, familiar, social, laboral, económico y tantos otros.
La educación y en especial la educación superior, sin lugar a duda ha sido directamente afectada por esta condición y ha tenido que proyectarse al futuro inmediato con desarrollo de cambios impensados en magnitud y profundidad y de especial trascendencia para que la educación no se detenga.
Efectivamente, al reflexionar sobre lo ocurrido desde marzo en adelante, la educación superior ha estado en la vanguardia de un cambio vertiginoso y la adaptación a éste, incorporando nuevas tecnologías de información y comunicación, debiendo dejar la escuela tradicional y transformarse en una escuela de carácter virtual.
En este sentido, Santo Tomás se concentró en la implementación de un conjunto de medidas que buscan proteger la salud de toda nuestra comunidad, y al mismo tiempo, mantener adecuadamente la actividad educativa y dar continuidad a las actividades académicas, buscando que sean de calidad y que permitan asegurar los resultados de aprendizaje esenciales en cada una de las asignaturas dictadas por la institución.
Este proceso de formación se está desarrollando de manera normal y permanente por medio de un formato que combina clases a distancia de carácter sincrónico (utilizando Microsoft Teams) con el uso de Aulas Virtuales (donde los estudiantes encuentran las video clases ya realizadas para su revisión posterior, material del profesor y guías de ejercicios, entre otros materiales), al tiempo que se ha creado y difundido material didáctico de uso de estas herramientas tecnológicas para facilitar su implementación.
En esto, es importante reconocer y felicitar a los principales actores de este cambio y adaptación, los estudiantes y docentes, quienes con su grandeza y un notable esfuerzo, primero, están transformando o abriendo la posibilidad de comprender y valorar las grandes posibilidades que pueden entregar estas herramientas tecnológicas; y segundo, permitir y permitirse ser agentes de cambios en la educación superior y derribar las barreras de paradigmas que nosotros mismos nos imponemos.
Debemos seguir avanzando y para ello la educación no se puede detener.
Por Eugenio Larraín Hernandez
Rector de las Instituciones Santo Tomás Osorno