El resultado lo supo “minutos antes” de que a las 17:22 de ayer avisara por Twitter que un examen PCR que se había hecho de forma voluntaria y preventiva había arrojado positivo, enviándolo a cuarentena obligatoria. A las 21:16, la Seremi de Salud Metropolitana notificó por la misma vía que “se ha realizado la investigación epidemiológica por parte de la autoridad sanitaria y se ha determinado que el Presidente Sebastián Piñera no califica como contacto estrecho” del ministro de Desarrollo Social, Cristián Monckeberg. Durante esas casi cuatro horas, la interrogante era obvia: ¿Corrió algún tipo de riesgo de contagio el Mandatario?
El ministro no sabe cómo, cuándo, ni con quién se contagió. Ha dicho que no tiene ningún síntoma. Pero así y todo, se hizo un examen de sangre y un PCR en los últimos días, como una precaución que él mismo decidió. A los ministros políticos de La Moneda los testean cada dos semanas, pero Monckeberg no lo hizo por eso. “Decidió hacérselo por su cuenta, entendiendo que era mejor hacerlo antes y no esperar el día habitual, por extrema precaución”, recalcan allá.
¿Sus recientes actividades? El jueves, en Peñalolén, realizó la última visita a terreno como jefe de Vivienda antes del cambio de gabinete de ese mismo día. El sábado 6, Monckeberg visitó junto con Piñera un centro de distribución de “Alimentos para Chile”. El lunes debutó en el comité político de ministros en las oficinas de Presidencia -con distancia, insisten-, y ese mismo día también participó presencialmente en el comité político interpartidario. Los delegados de Chile Vamos se conectaron por zoom, y él estuvo con Blumel, la vocera Karla Rubilar, Ignacio Briones y el subsecretario del Interior, Juan Francisco Galli.
A la reunión llegó Mañalich, que el día anterior había estado de cumpleaños. Lo recibieron con una torta y Monckeberg retrató el momento con su celular desde el otro lado de la mesa. En Desarrollo Social dicen que otras reuniones las hace por zoom y él mismo dijo hoy en Chilevisión que «hemos tenido reuniones con protocolo exhaustivo, de más de dos metros de distancia, con mascarilla, reuniones cortas, la mayoría por Zoom”.
El lunes, Monckeberg participó del comité político en el que celebraron el cumpleaños de Mañalich con una torta.
El miércoles, en tanto, Monckeberg volvió a compartir con Piñera. La foto junto al Presidente que encabeza esta nota fue tomada ese día cerca de las 14 horas, después de que ambos dieran inicio al pago del Ingreso Familiar de Emergencia a nuevos beneficiarios.
Un contacto es “estrecho”, según Salud, si pasan más de 15 minutos de contacto cara a cara, a menos de un metro; si se comparte un espacio cerrado por 2 horas o más; si se trasladan en cualquier medio de transporte cerrado a una proximidad menor de un metro con otra persona, entre otras normas.
La inquietud ante un eventual contagio del gobernante ya ha circulado en casos anteriores en que Piñera o sus íntimos pudieron haber estado expuestos a un virus que puede propagarse sin síntomas de por medio, pese a que la medición de temperatura sigue siendo un estándar preventivo en Palacio. Su jefe de seguridad arrojó positivo hace algunos días. Hubo alarma cuando le pasó lo mismo a mediados de mayo al senador PS Rabindranath Quinteros, que había ido al edificio (aunque después otro examen dio negativo). Ya han estado en cuarentena preventiva ministros como Sebastián Sichel, Felipe Ward y hasta Gonzalo Blumel.
El jefe de Interior es quien, en un hipotético caso extremo, debe asumir en su reemplazo como Vicepresidente de la República. Y ante esa eventualidad, desde febrero hay un protocolo establecido por escrito que establece instrucciones y procedimientos en caso de que la Primera Magistratura se enferme.
La Tercera PM consultó exhaustivamente en La Moneda acerca del protocolo en caso de que Piñera se enferme a tres autoridades del comité político y dos colaboradores del círculo más cercano al Presidente que lo conocen. “Esa es información reservada». Es “secreto”. Es un “protocolo de seguridad” fue el tono general de las respuestas.Solo lo conocen en detalle quienes tienen que cumplir funciones críticas si el dueño de casa cae enfermo: su jefe de asesores, Cristián Larroulet; su asesor Benjamín Salas; su jefa de prensa, Carla Munizaga; su jefa de gabinete, Magdalena Díaz; la ministra Rubilar y el ministro Blumel. Es posible que unas dos personas más.
Pero al menos seis funcionarios de relevancia de Palacio que fueron consultados dijeron no conocer ni la existencia ni el contenido del instructivo. ¿Por qué tanto secretismo? Porque divulgarlo -explican quienes saben- generaría un impacto público al solo instalar el escenario que el Mandatario pueda enfermarse. No se quiere provocar alarma. Y tampoco que se debilite la figura presidencial.
Lo que se sabe del documento escrito es que fija escenarios. Si Piñera arroja positivo, se irá de cuarentena a su casa. Si su salud llegara a agravarse, el documento establece un procedimiento para trasladarlo a un centro asistencial que ya estaría designado. Si el Presidente cae enfermo, según establece la Constitución, se activa el mecanismo de reemplazo temporal, establecido en el Artículo 29 del Capítulo IV de la Carta Magna:
Si por impedimento temporal, sea por enfermedad, ausencia del territorio u otro grave motivo, el Presidente de la República no pudiere ejercer su cargo, le subrogará, con el título de Vicepresidente de la República, el Ministro titular a quien corresponda de acuerdo con el orden de precedencia legal. A falta de éste, la subrogación corresponderá al Ministro titular que siga en ese orden de precedencia y, a falta de todos ellos, le subrogarán sucesivamente el Presidente del Senado, el Presidente de la Cámara de Diputados y el Presidente de la Corte Suprema.
El procedimiento es el mismo que cuando Piñera viaja al extranjero: se firma un decreto que delega el mando en el ministro del Interior. El documento -y esto según quienes lo conocen solo de oídas- detalla cómo procederán las visitas y otros aspectos.
Hasta ahora, al Mandatario se le hacen exámenes cada cuatro días; el último habría sido el martes y no se hizo otro apenas supo lo de Monckeberg. A los ministros se les practica cada dos semanas. El último que se realizó la vocera fue la semana pasada, dicen en Segebob. ¿Blumel? Consultado hoy, declinó precisar cuándo se lo practicó. Mientras, en Palacio dicen que han extremado medidas: a una de las alfombras ubicadas en uno de los accesos a Presidencia la rociaron con amonio cuaternario. Eso se suma a la enfermera que toma la temperatura a cualquiera que ingrese a esas dependencias.
Mañalich: Sus escoltas no se le acercan
Otro caso de cuidado extremo es el de Jaime Mañalich. El ministro de Salud es una pieza crucial para el Presidente, el jefe de la estrategia sanitaria y un símbolo de cómo el gobierno enfrenta la crisis, por lo que su condición de grupo de riesgo debería obligar también a un celo adicional. Tiene 66 años, no tiene bazo, vive en una zona altamente contagiosa como Las Condes y su trabajo lo obliga a estar en actividades presenciales constantemente.
Cada vez que visita un hospital o clínica usa la misma indumentaria que el personal: mascarilla, guantes y pechera de nylon celeste. No llleva las suyas sino que se las entregan al llegar, y además se lava las manos y cumple con las medidas. En su equipo también dicen que sus reuniones presenciales en el Minsal las limita a unos 15 ó 20 minutos y a grupos pequeños de alrededor de cinco personas sentadas silla por medio. Si son más numerosas -como las que tiene con gremios y sociedades científicas-, las hace de forma remota.
¿Ha siquiera considerado entrar a modo de cuarentena preventiva ante el menor riesgo? Allá dicen que no. Por ejemplo, cuando sus subsecretarios Arturo Zúñiga y Paula Daza se acogieron a dicha medida -casos distintos; él volvió a los cinco días-, no lo hizo porque ambos no dieron positivo, y tampoco mientras esperaban sus resultados. Su gente explica que él ha sido enfático en que el contacto estrecho se define además cuando no se han tomado precauciones, cosa que sí ha practicado.
La Tercera PM también consultó al Minsal si se aplica un monitoreo extra a los funcionarios que por definición tienen que estar cerca suyo. Los escoltas, por ejemplo. Responden que no, porque ellos se desplazan en un vehículo aparte, y que en terreno guardan distancia con el ministro. Y que a él, además, tampoco le gusta que estén muy cerca suyo.
El ejemplo que dan los gobernantes
Volviendo al asunto del protocolo sanitario del Presidente, en La Moneda sumaron esta mañana otro argumento para defender que sea tan reservado. “¿Acaso se sabe el instructivo de seguridad de Donald Trump, de Boris Johnson?”. Papeles de más o de menos, en otros países ha pasado de todo, partiendo por el susto que sufrió el premier británico, internado en cuidados intensivos y que obligó a que lo reemplazaran temporalmente.
En marzo, la canciller alemana Angela Merkel se acogió a una cuarentena preventiva voluntaria en su casa que cumplió hasta comienzos de abril, luego de haber estado en contacto con un doctor que dio positivo. Siguió trabajando desde casa.
A mediados del mismo mes dio positivo la esposa del presidente del gobierno español, Pedro Sánchez. Su madre y su suegro también se infectaron y fueron hospitalizados. Allá los gobernantes viven en La Moncloa, donde se confinó. Se contagiaron ministros y hasta integrantes de los comités técnicos que se reunían con él, y cuando a las semanas salió del palacio para visitar una fábrica de respiradores, le llovieron críticas del Partido Popular (rival del PSOE, el suyo) y el asunto se politizó.
Fuente: La Tercera