Fundación Integra entrega recomendaciones para mantener hábitos saludables en este periodo en que niños y niñas se encuentran en sus casas.
Esta pandemia y el tiempo que pasamos en casa, se han convertido en un gran desafío para mantener hábitos de vida salubales tanto adultos, como niños. Y la alimentación es un factor muy relevante, ya que la sensación de incertifumbre puede generar un aumento en la ansiedad y por ende en la ingesta o podría producir inapetencia.
La directora regional de Integra, Marcela Gallardo, explica que “es importante considerar que a pesar de que nos encontramos en el hogar, es necesario -dentro de lo posible- mantener hábitos y rutinas que permitan que los niños diferencien cada momento del día y que sus cuerpos sean concientes de sus necesidades biológicas, como la alimentación y el sueño”.
Junto con esto, Gallardo recalca que “esto favorece los procesos de desarrollo y crecimiento, tan importantes en la primera infancia, pues a través de estas conductas se establecerán los hábitos y costumbres que perdurarán durante su etapa escolar, donde son más independientes”.
Como una forma de apoyar y entregar herramientas a la familias, la nutricionista de Fundación Integra, Laura Mora, entrega una serie de recomendaciones que pueden aplicar en el hogar para fortalecer la ingesta de una alimentación saludable.
Consejos:
– Acompañar a los niños durante la alimentación y si es posible incorporarlos a la comida con toda la familia. Los niños y niñas aprenden a través de la imitación, si no comemos frutas, verduras o hacemos muecas frente a algún alimento que esperamos que ellos reciban, difícilmente verán esta conducta como algo bueno e imitable.
– Permitir que coman sin ayuda. Aunque se ensucien, esto les permitirá explorar sabores texturas y hacerse más conscientes del proceso en el cual se encuentran.
– Ofrecer nuevas comidas con cierta periodicidad. No retroceder y hacerlo con suavidad y paciencia, mientras a más temprana edad se incorporen, más fácil será que los acepten. Sólo es importante tener resguardo de las texturas y antecedentes familiares de alergias.
– Felicitar frente a conductas positivas y evitar recalcar lo malo. Es importante destacar el avance, si probó un nuevo alimento lo felicitamos, si no se comió todo el plato lo conversamos y evaluamos que provocó esto (saciedad por comer golosinas, no le gustó la comida, está enfermo, etc.)
– Al introducir un alimento nuevo, es mejor si se hace acompañado de un alimento conocido que el niño o niña ya disfruta.
– Evitemos utilizar la recompensa por comer o el castigo por no comer. La interpretación por parte de los niños puede ser aumentar el gusto por los alimentos de premio y disminuir el del alimento diario.
– Si no se come toda la comida un día no pasa nada. Es importante que revisemos las porciones, puede ser que estemos sirviendo mucho.
– No alimentar para calmar dolor o tristeza, lo correcto es que se entregue alimentación para saciar el hambre, de lo contrario desde pequeños podemos desarrollar conductas que promuevan la ansiedad por los alimentos y eventualmente generen obesidad.
– No dejar a los niños comiendo por largo tiempo esperando hasta que “se coman toda la comida”, hay que limitar a un tiempo prudente en que el niño esté saciado y no quiera continuar comiendo (máximo 40 minutos). Si no come, insistimos en la siguiente comida, de lo contrario este periodo podría terminar siendo traumático.
– Es importante considerar que la alimentación es un acto social y que debe ser disfrutado, permitamos que los niños indiquen donde quieren sentarse y sean parte activa de este proceso, en un ambiente afectivo y positivo, lo que será esencial para que ellos se alimenten de forma alegre y consciente.
– Evitemos los alimentos poco saludables, bebidas, golosinas y chatarra. Los “gustitos” no debieran ser parte de la alimentación habitual, sino que incorporarse como algo ocasional, pues es imposible competir con estos sabores, por su excesiva cantidad de sal, azúcar y grasas.