No importa el camino, dice el Presidente Sebastián Piñera, sino el puerto de destino. Consciente de que en el oficialismo hay partidarios del Apruebo y el Rechazo, el Mandatario sostiene que está comprometido con la realización del plebiscito del 25 de octubre y con abrir una discusión constitucional sea cual sea su resultado. Por ahora, sus esfuerzos -señala- están enfocados en enfrentar el coronavirus y -particularmente- en los efectos económicos y sociales que ha provocado al país. “Cuando se haga el balance (de la crisis) espero que se muestre que si bien el problema fue gigantesco, Chile lo enfrentó razonablemente bien”, remata.
-La última vez que conversamos, Presidente, fue el último día del año pasado. Usted señaló, entonces, en alusión al estallido social, que “lo peor ya había pasado”. Pero vinieron la pandemia y la crisis económica. Se diría que han sido meses incluso más duros ¿o no?
-Sí. Nos ha tocado gobernar en tiempos muy, muy duros y enfrentar problemas, desafíos y adversidades que nunca antes habíamos conocido. Hablamos de que yo creía que lo peor había pasado y hasta ahora esas palabras siguen siendo ciertas. Ha sido un gobierno que le ha tocado duro, difícil, pero eso lejos de quebrarnos, nos da más fuerza y más compromiso para enfrentar y superar todas esas pandemias.
-La pandemia supuso una nueva oportunidad para su gobierno, en el entendido de que había sido fuertemente golpeado por el estallido social. Sin embargo, ha habido críticas al manejo sanitario, y la ayuda frente a los efectos económicos, usted mismo lo ha reconocido, fue lenta. ¿Se perdió esa oportunidad?
-En primer lugar, yo nunca lo vi como una oportunidad. Lo vi como una nueva responsabilidad. Asumimos esa responsabilidad del coronavirus preparándonos tempranamente con un plan de protección sanitario, pero también nos empezamos a preparar desde muy temprano para enfrentar las consecuencias de la recesión mundial sobre la calidad de vida de la población y preparamos un plan de protección social. Ahora, cuando hay estos grandes problemas y grandes desafíos, hay dos grupos de personas: los que critican mucho y aportan poco. Y los que concentran todo su esfuerzo y compromiso en enfrentar y solucionar los problemas. Yo en estos tiempos he visto los dos grupos. Prefiero el segundo.
-¿La caída del ministro de Salud Jaime Mañalich no es la mejor evidencia de que las proyecciones y el manejo sanitario fueron errados?
-Mañalich fue un gran ministro de Salud. Me gustaría algún día contar la historia de cómo, en forma silenciosa, cuando nadie hablaba del coronavirus, nuestro gobierno, liderado en esta materia por Jaime Mañalich, predicó en el desierto. En esos tiempos hablar de comprar ventiladores, triplicar la capacidad del sistema de salud, unificar el sistema privado y público fue una cosa que se resistió. Creo que Mañalich fue un gran ministro de Salud y también, por cierto lo digo, creo que Enrique Paris es un gran ministro de Salud. Cada hombre en su tiempo y en sus circunstancias.
-¿Y por qué cae, entonces, Mañalich?
-Críticas al manejo sanitario las ha habido siempre y las va a haber siempre. Algunas son razonables, otras son por ignorancia o por mala intención. Igual como se criticó al ministro Mañalich, hay críticas al ministro Paris. Yo pienso que cada uno hizo en su momento lo que tenía que hacer… Usted ve que el carácter del ministro Mañalich y el carácter del ministro Paris son muy distintos. El ministro Mañalich es un ministro más huraño, más autoritario y, en cambio, el ministro Paris es un ministro más dialogante, más convocante. Yo pensé que en un momento dado ese cambio era importante y necesario. Y le quiero decir algo: el ministro Mañalich estuvo 100 por ciento de acuerdo. Él deja el gabinete porque él y este Presidente estuvimos de acuerdo que era necesario un cambio, que era otra etapa y se requería una persona más dialogante, más convocante, que generara menos anticuerpos y conflicto. El ministro Mañalich hace las cosas muy bien, pero también se pelea con todo el mundo.
-¿Qué le hubiese gustado hacer distinto en este período, en estos cinco meses de pandemia?
-Sin duda que si volviéramos atrás, algunas cosas, muchas cosas, las haríamos distinto. Hemos ido aprendiendo. Este es un virus que ha puesto en jaque al mundo entero, a los países más desarrollados del mundo. Pero, por supuesto, que le doy un solo ejemplo de cosas que pudimos haber hecho mejor y después, ojalá alguna vez me pregunten por qué cosas se hicieron bien. Pienso que en la primera etapa, porque establecimos protección de frontera en enero y les decíamos a todas las personas que venían de países de riesgo que tenían que hacer una cuarentena obligatoria y tenían que firmar un compromiso. Muchos de esos compromisos no se cumplieron. Si yo volviera atrás, hubiera agarrado a todas esas a personas que venían de países de riesgo -de Asia, Europa – y los habría mandado a hacer cuarentena a un regimiento para asegurarnos de que, en ese minuto, que eran muy pocos los casos, la velocidad de contagio hubiese sido menor. Pero hay otra gente que sostiene que el virus iba a llegar a Chile sí o sí. He visto países que han seguido estrategias totalmente distintas y contradictorias, como el caso de Noruega y Suecia. Y uno ve los resultados, y las velocidades pueden ser distintas, los ritmos, pero al final los resultados terminan siendo muy parecidos. Por eso, lo que yo espero, es que cuando se haga el balance con toda la información arriba de la mesa y con información confiable, porque a veces comparamos las cifras de Chile, que ha testeado más de dos millones de personas, más del 10 por ciento de la población, con las cifras de otros países que han testeado menos del uno por ciento de su población, cuando tengamos las cifras, yo espero que el balance muestre que, si bien el problema fue gigantesco, Chile lo enfrentó razonablemente bien.
-Como usted lo señalaba, la pandemia no se trata sólo de temas sanitarios, sino que también de los efectos económicos que ha traído. Usted debió resignar a su propio gabinete debido a una rebelión de parlamentarios de Chile Vamos que apoyaron el retiro del 10 por ciento de las pensiones…
-Junto con el Plan de Protección Sanitaria, empezamos a construir un Plan de Protección Social. En muy pocos meses logramos construir un plan que hoy día protege o permite proteger y lleva ayuda y alivio a 14 millones de compatriotas. O sea, tres de cada cuatro chilenos están hoy día bajo el manto de un plan de protección social que es adicional a los planes y políticas sociales tradicionales. Todo eso se hizo en muy pocos meses y ese programa, que nunca va a ser suficiente, porque cuando hay un barco que va navegando y le caen todas las tormentas y huracanes, el barco se va a zarandear y la tripulación y los pasajeros van a sentir los efectos. Pero dentro de la magnitud y gravedad del problema, la red de protección social ha llegado a 14 millones de chilenos. Y hay una cosa muy importante que quiero mencionar. Yo he notado los últimos tiempos que estamos todos concentrados en la emergencia y lo que nosotros no queremos es que una crisis transitoria, como el coronavirus y la recesión mundial, se transforme en una crisis permanente, porque actuamos con irresponsabilidad, con populismo, con demagogia.
-Usted se nota muy entusiasmado y seguro en que se está avanzando bien en el manejo de la pandemia y en la recuperación económica. Sin embargo, hasta hace muy poco, parte de su sector tenía una conclusión bien distinta: que se reaccionó lento y eso hizo caer a su gabinete. ¿Se equivocaron las proyecciones iniciales?
-Por supuesto que hemos cometido errores. Pudimos haber hecho las cosas mejor. Eso lo reconocemos absolutamente, pero también quiero que nos pongamos en el contexto. Estamos enfrentando los cinco problemas más grandes que ha enfrentado la sociedad chilena en décadas. ¿Cuándo se habían juntado sequía, estallido de violencia, pandemia de coronavirus, recesión mundial, crisis económica, crisis social… también es cierto que al interior de nuestro país ha faltado más unidad, más colaboración, más diálogo, más acuerdos. En tiempos tan difíciles, tenemos que ser capaces de dejar de lado la pequeña rencilla, el pequeño interés particular y poner la vista en el bien común. Pero yendo a su pregunta, por supuesto que pasamos por un muy mal momento en Chile Vamos. Había muy mala relación al interior de los partidos de Chile Vamos, entre los partidos de Chile Vamos y entre Chile Vamos y el gobierno. Lo reconocemos. Y parte, parte de las razones que nos llevaron al cambio de gabinete fue generar un nuevo trato con Chile Vamos y una nueva etapa con Chile y con los chilenos. Pidiendo y buscando con más fuerza que nunca unidad, colaboración, diálogo y acuerdo para enfrentar juntos todos estos desafíos y adversidades. Espero, y este es un pronóstico aventurado, pero lo voy a hacer: espero que el tercer trimestre de este año, desde el punto de vista económico, sea mejor que el segundo y que el cuarto será mejor que el tercero, y que a partir del próximo año, ojalá antes, Chile inicie un proceso fuerte de recuperación de los empleos, de la economía y poner en marcha nuestro país, permitir que las fuerzas de la libertad, la creatividad, el emprendimiento, la innovación, puedan desarrollarse en plenitud. Eso es por lo cual estamos trabajando.
-No nos diga que le fue indiferente que usted le pidiera ayuda a su coalición y ésta no se la diera…
-Por supuesto que no me es indiferente. Por eso yo les dije que una de las razones, porque no es la única, de por qué decidí hacer un cambio de gabinete, un gabinete que había asumido después del 18 octubre para enfrentar esa crisis y que hizo cosas muy importantes, ese gabinete que encabezaron Gonzalo Blumel y Claudio Alvarado y otros más a los que les tengo gran aprecio y gratitud, fue generar un nuevo trato al interior de los partidos, entre los partidos de Chile Vamos y entre Chile Vamos y el gobierno. Pero no es la única razón. Yo soy el Presidente de Chile y de todos los chilenos y tengo que pensar en el país. La principal razón fue generar una nueva etapa, pasar cierto, como le decía, de un país concentrado única y exclusivamente en cuántas personas se contagiaban cada día a un país que empieza a preocuparse y a concentrarse en cuántos empleos creamos cada día. Por ponerlo en forma simple y, por tanto, plantear que empieza a verse la luz al final del túnel, que esta no es una tragedia sin fin, que esta no es una tragedia griega que conduce inevitablemente a un apocalipsis. Yo comprendo las críticas de nuestro propio sector, las críticas de la oposición, pero me gustaría que los críticos tomaran en consideración el contexto. Este no es un contexto normal. Cuando caen los temporales y huracanes, las catástrofes del mundo, algunas cosas no funcionan bien, pero hay que concentrarse en lo principal: mantener el barco a flote. Tener una quilla fuerte y un timón firme para conducir el barco hacia un buen puerto. Y eso es lo que hemos hecho o hemos intentado hacer entregando lo mejor de nosotros.
-¿No cree que el retiro del 10 por ciento por parte de ocho millones de chilenos ha sido finalmente una política pública que ha beneficiado el clima, tanto desde el punto de vista del consumo y de la propia seguridad que sienten los chilenos?
-Esto ya es historia, pero evidentemente que ha producido un tremendo alivio, porque las personas han tenido más recursos, más dinero, más liquidez. Pero también es cierto que ha provocado un tremendo daño a las pensiones actuales y futuras.
-Presidente, cuando dice que las críticas tienen que estar en un contexto, uno nota cierta frustración. Al ver el debate público se aprecia que un factor de fricción evidente en este debate es su persona, a veces su protagonismo permanente, su sobreexposición. ¿Usted no ha pensado en resignar ese protagonismo en función de este ambiente de mayor unidad, teniendo en cuenta que, para algunos sectores, su propia figura polariza?
-Hay algunos que me critican porque uno está muy preocupado de los temas. Otros critican porque uno no está suficientemente preocupado del tema. Mire, en esta viña del Señor la crítica va a existir siempre y es bueno que así sea, porque hay una crítica constructiva que es útil y necesaria. Pero también siento que hay algunos que critican todo con o sin información. Y esa segunda crítica, yo creo que enrarece el ambiente, dificulta el diálogo y la sana convivencia. Hace más difícil lograr acuerdos. Pero es así. Siempre supe que gobernar era muy difícil. Pero el estallido, la sequía, el estallido de violencia, el coronavirus, la recesión mundial, la crisis social que esto ha producido, todo eso nos ha tocado enfrentar en este segundo gobierno. Ha sido más difícil lo que creía, sí. Ha sido más duro y a veces más ingrato de lo que creía, sí. Nos ha debilitado el alma o el espíritu, no, al revés. A mí, cuando más grandes los desafíos, más fuerza interior surge para enfrentarlos y debo apreciar y reconocer que el apoyo de mi familia, que ha sido total y absoluto, y el apoyo del grupo de colaboradores más cercano también ha sido total y muy, muy decisivo. Pero han sido tiempos extraordinariamente difíciles. Mire, yo creo que no he tenido de hace mucho tiempo, un segundo, un minuto para hacer algo distinto que estar pensando o trabajando en cómo enfrentar los retos.
-Entonces, ¿usted toma nota de que su figura genera en ciertos sectores hasta encono, a veces?
-Por supuesto que sí. Nadie es monedita de oro para caerles bien a todos. Cuando estamos viviendo tiempos tan extraordinarios, cómo no voy a comprender que una familia angustiada, porque muchos de sus miembros perdieron la pega, porque están con temor de contagiarse, un momento de tanto dolor, angustia, tanta privación. Yo comprendo que la gente mire críticamente hacia el gobierno y hacia el Presidente, con un juicio severo. No es que no me duela, pero lo entiendo. Pero sí le puedo decir a esa misma gente, que yo no olvido que esa misma gente por un 55% eligió nuestro gobierno, nuestro programa, nuestro camino en diciembre de 2017, hace poco más de dos años. Y, por lo tanto, yo converso esto con otros Presidentes y lo que me cuentan me lleva a la conclusión de que este es un fenómeno bastante universal. Pero, lo reconozco, me duele, pero entiendo que en un momento de tanto dolor y sufrimiento la gente tenga un juicio muy severo y muy riguroso con el gobierno que le toca enfrentar estas adversidades.
-En unas semanas más se cumple el aniversario del estallido social. ¿Tiene preparativos para esa fecha? ¿Cómo pretende enfrentarla?
-Por supuesto que es significativo lo que pasó el 18 de octubre, pero yo veo que el 18 de octubre y las semanas y meses que siguieron pasaron tres cosas simultáneas, pero de muy distinta naturaleza y hay que saber distinguirlas. Las demandas sociales, este clamor que surgió de la ciudadanía por un país y un Chile más justo, más solidario, con más dignidad y menos abuso fue positivo, porque fue una voz de alerta, de que había que acelerar el tranco y enmendar el rumbo y concentrarnos más en esa materia. El estallido fue el 18 de octubre, el 22 de octubre, cuatro días después, dimos a conocer el primer plan social que significó aumentar el ingreso mínimo garantizado, acelerar la reforma a las pensiones, evitar alzas en los precios de los servicios públicos y muchas cosas más. Lo segundo fue el estallido de violencia y de odio, eso no podemos aceptarlo ni tolerarlo. Eso le hace daño a nuestro país, ese no es Chile, ese no son los chilenos, esa fue una minoría que quería quemarlo y destruirlo todo, sin hacer ninguna distinción. Espero que no volvamos a tener la ambigüedad o la debilidad con que reaccionaron algunos frente a esa violencia.
-¿Hay posibilidades de un estallido 2.0?
-No tengo una bola de cristal, hay muchas amenazas, tenemos mucha información de que hay gente que lleva meses trabajando para incentivar y provocar ese estallido. Pero sí puedo decir que el Estado de Chile está mucho mejor preparado, tenemos mejor inteligencia, tenemos unas Fuerzas de Orden y Seguridad mejor preparadas, mejor equipadas, con mejor tecnología, tenemos también una opinión pública que estoy seguro que esta vez va a ser mucho más firme y clara en condenar la violencia y el odio y espero que las fuerzas políticas que, o incentivaron o ampararon o toleraron, hayan aprendido la lección.
-¿Tiene preparativos?
-Por supuesto que no es un día cualquiera, pero tal como digo, el 18 de octubre tiene distintas visiones. Hay algunas cosas que nos parecen muy buenas y otras que nos parecen muy malas. Y, por tanto, tengo sentimientos encontrados con el 18 de octubre. La ola de violencia, destrucción y vandalismo, de odio que se desató es algo que no vamos a celebrar ni conmemorar, todo lo contrario, vamos a combatir con toda la fuerza del estado de derecho y de la ley. Las demandas sociales, la demanda por un perfeccionamiento constitucional es algo por lo cual estamos comprometidos y queremos ser como gobierno un aporte significativo y comprometido a ese proceso.
-Decía que hay gente que se está preparando para incentivar una nueva ola de violencia. ¿Nos puede dar más antecedentes de ello? ¿Le hace pensar que pueda haber una parte de la oposición obsesionada con su caída?
-Dos cosas. Si usted quiere ver quiénes se están preparando los invito a recorrer las redes sociales. Ahora, evidentemente que el sistema de inteligencia también sigue con mucha atención y dedicación y, por algo, hemos detenido a mucha gente. Hemos expulsado a mucha gente, ya sea por decisiones de los tribunales o administrativas. Y respecto a esa obsesión por terminar anticipadamente mi mandato, quiere decir que eso es profundamente antidemocrático, es de la esencia de la democracia que los Presidentes se eligen cada cuatro año, por la mayoría absoluta de la voluntad del pueblo de Chile y que en una democracia sana los presidentes tienen que completar su mandato. Si alguien quiere cambiar de Presidente va a tener la oportunidad de hacerlo en noviembre y diciembre del próximo año.
El 18 de octubre trajo consigo una discusión sobre la nueva institucionalidad de Chile, sin embargo, usted esta semana refrendó la prescindencia de su gabinete en el debate constitucional. ¿Por qué?
-Déjeme ser muy claro en esto. El gobierno tiene un mandato constitucional que es trabajar seria y eficazmente para tener un plebiscito informado, transparente, participativo y seguro. Y estamos trabajando en eso. Siempre, la primera posibilidad es la salud y la vida y, por tanto, si la evolución de la pandemia o del coronavirus nos hiciera aconsejable revisar algunas decisiones yo estoy seguro que todos vamos a poner la salud y la vida por delante. Pero hoy estamos trabajando para un plebiscito el 25 de octubre. Y déjeme decir algo muy importante, tengo la firme convicción, por lo que he conversado, que la inmensa mayoría de los chilenos, de oposición y de Chile Vamos, queremos mejorar, perfeccionar, modernizar, cambiar la Constitución. Y la Constitución establece para ello dos caminos, que son los que se van a dilucidar en el plebiscito. Quiero plantear que lo más importante para mí no son los caminos, los dos son legítimos, los dos son válidos, y estoy plenamente consciente que al interior de Chile Vamos hay posiciones en favor de ambas alternativas. Por eso, yo como Presidente la posición que tomo es la que corresponde a un Presidente: comprometerse con asegurar un plebiscito transparente, participativo, seguro y, por supuesto, informado, que la gente sepa lo que está votando. Y reconozco que hay dos caminos, pero son caminos. Y yo como Presidente lo que pongo por delante es el puerto de destino, a dónde queremos llegar. Lo que yo quisiera es que cualquiera sea el camino escogido, nos conduzca a una Constitución que reconozca y proteja en forma eficaz derechos fundamentales de los chilenos, como el derecho a la vida, a la libertad, a la igualdad de oportunidades; que el Estado se comprometa con la protección de la familia, con proteger el derecho y deber preferente de los padres en la formación y educación de sus hijos, que hoy está muy discutido; que también se comprometa con reconocer la autonomía e independencia de los organismos intermedios de la sociedad civil, que defienda el derecho de propiedad, el derecho a emprender, los derechos políticos y económicos, sociales y culturales de las personas y que reconozca desde el primer minuto que el Estado está al servicio del bien común y al servicio de las personas y no al revés. Pero, además de eso, me gustaría que cualquiera sea el camino que se escoja, el puerto de destino contemple una Constitución que establezca con meridiana claridad la separación y la autonomía de los poderes del Estado, porque en muchos países está en riesgo la separación y autonomía de los poderes del Estado, que reconozca que hay ciertos organismos e instituciones que también necesitan autonomía e independencia, como la Contraloría, el Tribunal Constitucional, el Consejo de Defensa del Estado, el Banco Central, los tribunales electorales, el Ministerio Público y, finalmente, quisiera que la Constitución tenga un firme y claro compromiso con la descentralización del país, con la protección del medioambiente y la naturaleza y con el reconocimiento de nuestros pueblos originarios y con una responsabilidad fiscal y macroeconómica para enfrentar estas olas de demagogia y populismo que están asolando al mundo entero. Ese es el puerto del destino. Y yo le puedo decir una sola cosa, y esta es mi impresión: que en Chile Vamos, los caminos nos han separado, pero el puerto de destino nos une y tengo la impresión que, al otro lado, en la oposición, ocurre justo lo contrario.
-Pero Presidente, el Rechazo no garantiza que se vaya a reformar la Constitución, no está establecido. ¿Existe un compromiso suyo de que si gana el Rechazo va a iniciar una discusión constitucional?
-Total y absoluto. Cuando me refiero a los caminos, me estoy refiriendo a lo principal. Si es el camino de la Asamblea Constituyente o de modificar, perfeccionar, mejorar la Constitución. Ahora, ¿qué es lo que va a pasar si llegase a ganar el Apruebo? Vamos a tener en el fondo dos instituciones, elegidas casi de la misma forma electoral, con candidatos designados por los mismos partidos. La convención constituyente, que toca elegir en abril, y el Congreso que toca elegir en noviembre. Se van a sobreponer dos instituciones elegidas con el mismo mecanismo, con candidatos seleccionados por los mismos partidos. Van a estar actuando paralelamente. Ese es un camino. El otro camino, es que todos hagamos un firme compromiso de otorgarle al Congreso que vamos a elegir el próximo año, este mandato especial de perfeccionar, modernizar nuestra Constitución. Esos son los dos caminos. Los dos caminos requieren la misma voluntad, la misma unidad, la misma capacidad de diálogo y acuerdos, para llegar a buen puerto. Y por lo tanto, lo que yo estoy diciendo, es que en nuestro programa de gobierno, está contemplado un perfeccionamiento y una modernización de la Constitución. La Presidenta Bachelet dejó presentado un proyecto de ley para una reforma constitucional, en los últimos años de su mandato, que nunca ha sido ni siquiera discutido en el Congreso.
-Es decir, no es necesario que gane el Apruebo para que se realice una nueva Constitución en Chile.
-Usted puede concluir lo que usted estime, yo aprecio y valoro su libertad. Lo que digo es que los dos caminos permiten, si hay voluntad, cambiar y perfeccionar la Constitución. Por lo tanto, dejemos que los chilenos elijan el camino el 25 de octubre. Lo que me parece sorprendente, que estando en pleno proceso, después de llevar más de 10 años discutiendo la Constitución, toda la atención se concentre en el camino y que haya poca discusión en el puerto de destino, la Constitución que queremos. Me gustaría que igual como yo soy explícito al decir qué me gustaría que estuviera en la Constitución, que ojalá otros sectores hagan lo mismo. En esa materia se ha escuchado muy poco.
-Independiente si gana el Apruebo o Rechazo, según se entiende, ¿Chile va a tener un cambio constitucional?
-Si gana el Apruebo o Rechazo, Chile tiene la oportunidad y la necesidad de buscar a través del diálogo un acuerdo que nos permita modificar la Constitución. En Chile, la Constitución, para poder modificar, se requiere de grandes acuerdos, y además, en los países civilizados, en los países serios, la Constitución es el gran marco de unidad, de estabilidad, que permite proyectar a los países, y tener una visión de futuro. La discusión se produce dentro del marco de la Constitución, no sobre la Constitución, como ocurre en Chile. Por eso creo que Chile gane el Apruebo o Rechazo necesita lograr un acuerdo que nos dé una Constitución que nos una, que dé un marco de unidad, de estabilidad para poder enfrentar y procesar las legítimas y necesarias diferencias que tienen que existir en una sociedad libre y democrática como la nuestra.
-Da lo mismo, entonces, que gane el Apruebo o el Rechazo…
-No da lo mismo. Son caminos que tienen ventajas y desventajas, y yo efectivamente no voy a pronunciarme sobre el camino, porque prefiero reservar toda mi fuerza y mi compromiso con hacer un plebiscito bien hecho, y que logremos una Constitución como la que Chile necesita y merece.
-En Chile Vamos dicen que un gobierno no puede enfrentar un plebiscito sin tener una postura, que eso lo perjudica…
-Le quiero decir que Guillermo Ramírez es un gran diputado, le tengo un gran aprecio, pero no es Chile Vamos. Tengo una posición tomada, en lo fundamental, hacer un plebiscito bien hecho y hacer todo lo que esté a nuestro alcance para que la Constitución tenga todos estos valores, garantías, pesos y contrapesos para que dé un gran marco de unidad y de proyección a Chile hacia el futuro. Esa es mi posición.
-¿No teme que su gobierno se termine encasillando en el Rechazo y el plebiscito termine siendo una especie de referéndum sobre la gestión de su gobierno?
-El plebiscito no es un referéndum sobre la gestión de este gobierno. Los gobiernos enfrentan referéndums cuando hay elecciones presidenciales y eso va a ocurrir el próximo año. Dentro de mi propio sector hay quienes piden que me pronuncie por el Rechazo y otros que lo haga por el Apruebo, pero todos estamos de acuerdo a qué puerto de destino queremos llegar, que es el que yo le he descrito someramente. Tenemos preparado un proyecto de reforma constitucional, que tendrá que ser presentado a la convención constituyente, si ese es el camino elegido, o al Congreso si ese es el camino elegido. El resultado final es lograr un acuerdo que nos permita perfeccionar, modificar, modernizar o cambiar la Constitución. Lo que yo sí creo, es que el camino de la hoja en blanco no es el mejor camino para Chile. Cada vez que se ha partido con hojas en blanco, se transita en caminos donde hay demasiados riesgos e incertidumbre, por lo tanto, olvidarnos de toda la tradición constituyente de nuestro país, que viene del año 1833 o antes, y que ha tenido toda una evolución… pienso que la Constitución requiere cambios y perfeccionamientos, algunos muy profundos. En nuestro programa de gobierno está ese compromiso. No creo que el camino sea el de renegar de todo lo que hemos hecho. Comprarnos la tesis de personas que no conocieron ese mundo y que sostienen que el mundo comienza cuando ellos llegaron, y que hay que partir de cero, creo que es un error. Y eso no lo planteo yo, vea lo que dicen mucha gente de la Concertación, que dice lo mismo.
-No cree, Presidente, que por no tensionar la relación al interior de su coalición puede perder fuerza su liderazgo.
-Mire, yo puedo tener una opinión con respecto a las ventajas y desventajas de los dos caminos. Pero veo, tal como lo acabo de decir, de que al interior de los partidos hay posiciones distintas, entre los partidos hay posiciones distintas. Hay unos que están por el Apruebo, otros que están por el Rechazo, otros que han tenido libertad de acción. Al interior del gabinete hay posiciones distintas. Como Presidente de Chile, quiero pronunciarme en las cosas que son más trascendentes y creo que esas cosas, mi deber, mi obligación y responsabilidad como Presidente de Chile, es hacer que el plebiscito se haga en buena forma y lograr que los caminos del diálogo y la colaboración, permitan un acuerdo que le dé a la Constitución ese marco de unidad, de estabilidad y de proyección, y que contenga y contemple los principios y valores que acabo de describir.
-La mayoría de sus ministros ya definió su opción. ¿Cuál es la instrucción precisa respecto de la prescindencia?
-Hay algunos ministros que se acaban de incorporar, que venían del Congreso, y que habían manifestado con mucha fuerza y pasión sus posiciones y preferencias. Lo que yo les he pedido a todos los ministros, es que por supuesto pueden expresar cuál es su preferencia, lo que yo no quiero es que se transformen en activistas y que dediquen sus tiempos a organizar la fuerzas del Apruebo o del Rechazo. Que dediquen todo su tiempo a ser buenos ministros para todos los chilenos.