Finalmente, la incertidumbre se acabó. Después de días de intensos recuentos en un puñado de estados y acusaciones de fraude por parte de Donald Trump, Estados Unidos conoció hoy el nombre de quien será su 46º presidente a partir del próximo 20 de enero: Joe Biden. Tras adjudicarse Pennsylvania, su estado natal, el candidato superó los 270 votos electorales necesarios para asegurar su proclamación en el Colegio Electoral.
Con un escrutinio que avanzaba a cuentagotas y tenía en vilo a Estados Unidos desde el martes, finalmente Pennsylvania confirmó su opción por el exvicepresidente de Barack Obama. Así, escrutado el 98%, Biden alcanzó el 49,6%, frente al 49,1% de Trump, con una diferencia de apenas 34.414 sufragios. Una tendencia irreversible según los medios locales. Este triunfo le permitió al demócrata obtener los 20 votos electorales que reparte el llamado “estado piedra angular”, sumando así un total de 273 votos.
Se cumple así la proyección realizada por el portal de estadísticas FiveThirtyEight, que el 15 de septiembre señaló en un artículo que “Pennsylvania puede ser el estado que decida las elecciones de 2020”. Según el pronóstico presidencial de este sitio, Pennsylvania tenía un 31% de posibilidades de ser el “estado de punto de inflexión”. “De hecho, Pennsylvania es tan importante que nuestro modelo le da a Trump un 84% de posibilidades de ganar la Presidencia si él domina el estado, y le da a Biden un 96% de posibilidades de ganar si Pennsylvania se pone azul”.
Cuando aún no se confirmaba la tendencia irreversible en Pennsylvania, el equipo de campaña de Trump insistía el viernes en que “la elección no ha terminado”. “Las proyecciones erróneas que dan como ganador a Joe Biden se basan en resultados en cuatro estados que están lejos de ser definitivos”, aseguró Matt Morgan, del equipo del republicano, en un comunicado. Morgan hacía alusión, además de Pennsylvania, a Arizona (que reparte 11 votos electorales), Carolina del Norte (15 votos), Georgia (16 votos) y Nevada (6 votos), estados donde aún prosigue el conteo de votos y en los cuales –salvo Carolina del Norte- Biden consigue una leve ventaja.
En medio de este adverso escenario, el jueves, en una conferencia de prensa en la Casa Blanca, Trump había dicho: “Si cuentan los votos legales, gano fácilmente. Si cuentan los votos ilegales, pueden intentar robarnos la elección”. El mandatario Trump repitió esos reclamos en un tuit en la madrugada del viernes, donde advirtió que “¡la Corte Suprema de Estados Unidos debe decidir!”. En tanto, su campaña inició varias demandas para impugnar resultados y pidió un recuento en Wisconsin, donde Biden ganó por solo 20.000 votos.
Incluso, un asesor senior de Trump dijo a la cadena conservadora Fox News que el Presidente no tiene planes de conceder inmediatamente la elección. Él es “simplemente escéptico”, señaló el asistente, recordando que el mandatario “advirtió sobre esto durante meses”.
Trevor Potter, expresidente de Comisión de Elecciones Federales de EE.UU., aseguró esta semana que «no hay evidencia de ningún ‘fraude’. “Se están contando los votos legales”, indicó el abogado, quien fue consejero de las campañas presidenciales de George H.W. Bush y John McCain. “La Corte Suprema no acepta solicitudes de opiniones consultivas. Tiene que haber un caso en el tribunal, en una jurisdicción inferior con una pregunta específica. No existe tal caso para detener el conteo ahora”, explicó Potter a propósito del anuncio de Trump de acudir al máximo tribunal para impugnar los votos por correo.
Dos jueces estatales, uno en Michigan y otro en Georgia, desestimaron el jueves demandas presentadas por la campaña de Trump sobre el conteo de votos. En Pennsylvania, en tanto, ganó una demanda que le permitía a los observadores de su equipo supervisar más de cerca el recuento de los sufragios.
“Sería un desastre para la nación si la elección se redujera a una decisión de la Corte Suprema que esencialmente le diera la victoria a Trump. Sería particularmente desastroso si (la recientemente nombrada jueza conservadora) Amy Coney Barrett proporcionara el voto clave para cambiar la decisión a favor de Trump”, dijo tras los comicios el profesor de Derecho, Jurisprudencia y Pensamiento Social en el Amherst College, en Amherst, Massachusetts. “Esto es poco probable, pero no imposible. Si eso sucediera, existe una buena posibilidad de que Biden simplemente ignore la decisión de la corte y lleve la disputa al Congreso, que contará oficialmente los votos del Colegio Electoral el 6 de enero de 2021”, comentó el autor del libro Will He Go?: Trump and the Looming Election Meltdown in 2020 (¿Se irá?: Trump y el colapso electoral que se avecina en 2020), editado en mayo pasado.
Al margen del debate legal, el aumento de la ventaja electoral de Biden parecía inevitable. En Georgia, el exvicepresidente supera ahora por apenas 7.248 sufragios a Trump, según The New York Times. Con el 98% escrutado, Biden tenía un 49,4% de los votos y Trump un 49,3%. Sin embargo, Brad Raffensperger, el secretario de Estado, que es el consejero de Interior encargado del proceso, informó que “con un margen tan pequeño, va a haber un recuento en Georgia”.
En Arizona, en tanto, ya se había escrutado el 97%. Biden superaba a Trump por apenas 20.573 votos, esto es 49,5% contra 48,9%. En Carolina del Norte, el republicano llevaba la delantera, con el 50% de los votos, contra el 48,6% de su rival. Escrutado el 98% de los sufragios, Trump sumaba 76.515 votos más que Biden. Y en Nevada, con el 93% escrutado, Biden se imponía Trump 49,8% a 48%, con una diferencia de 22.657 votos.
En su último pronóstico presidencial, FiveThirtyEight le daba un 89% de posibilidades de triunfo a Biden, al tiempo que proyectaba que el demócrata obtendría finalmente 348 votos electorales, contra 190 de Trump.
Con la confirmación del logro de los 270 votos, Biden se convertirá en el candidato más longevo en llegar a la Casa Blanca, con 78 años. Se trata de la consagración de 47 años de carrera política, iniciada como senador por Delaware en 1973, cargo que ejerció durante seis períodos, hasta el 15 de enero de 2009. Vicepresidente de Obama en sus dos períodos (2009-2017), previamente Biden había buscado dos veces la nominación para presidente por el Partido Demócrata: en 1988 y 2008.
En 2016, decidió no presentarse a las primarias demócratas, muy afectado por la muerte un año antes de su hijo mayor, “Beau” Biden, de 46 años, producto de un cáncer cerebral. Y es que la vida del próximo presidente de EE.UU. ha estado marcada por la tragedia. En diciembre de 1972, justo antes de su llegada al Senado, la primera esposa de Biden, Neilia, de 30 años, y su hija Naomi, de apenas de 13 meses de edad, murieron en un accidente de tránsito mientras iban a comprar un árbol de Navidad. Sus otros dos hijos, Hunter, de dos años, y “Beau”, de tres años, quedaron con lesiones, pero sobrevivieron.
Biden encarna a un político tradicional y moderado, un veterano ejemplar de ese establishment de Washington al que, con sus glorias y miserias, muchos añoran tras la administración de Trump. Pero una vez en el poder, la tarea no será fácil para el demócrata. “Enfrenta una serie de desafíos mucho, mucho más abrumadores que incluso los que Obama heredó: una pandemia global que asola el país, una depresión no vista desde la década de 1930, un planeta al borde del colapso ecológico cuyos síntomas se vuelven más graves. destructivo cada año, así como un ‘sistema’ de salud fallido, corrupción profundamente arraigada, brutalidad policial espantosa y generalizada, y una oposición de extrema derecha profundamente antidemocrática”, detalla Branko Marcetic, autor de Yesterday’s Man (2020), biografía política que expone la “historia olvidada” de Joe Biden.
A nivel doméstico, Biden también “tendrá que luchar con su propio lado: un Partido Demócrata con un ala liberal cada vez más influyente, hambrienta de cambios institucionales importantes”, como destaca el diario The Guardian. En el plano, internacional, el demócrata deberá resituar a EE.UU. en el sistema multilateral luego del enfoque aislacionista de Trump, al tiempo que la relación con China y Rusia será otro reto de proporciones, luego de escándalos como el Rusiagate o la guerra comercial iniciada por Trump contra Beijing.
Fuente: La Tercera