OPINION: No es un problema de número. Es un problema de atribuciones y autoridad

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Christian Arntz MacEvoy
Director Ejecutivo
Sociedad Agrícola y Ganadera de Osorno A.G.

 

Lamentablemente, la delincuencia ha ganado terreno en los últimos años en Chile. Pasa en el campo y las zonas urbanas. En los pueblos y las grandes ciudades. Parece que, en este país, los malos ganan. Y como no encuentran una señal de aplicación de la ley lo suficientemente fuerte, se atreven a ir por más.

Cada vez que se detecta un problema de seguridad en alguna zona del país, el problema se trata de resolver “aumentando la dotación”. Pero si se les instala sin respaldo ni autoridad, no se va a provocar ningún efecto contra la delincuencia. Este no es un problema de número de policías, sino de facultades y atribuciones.

Y usted, estimado lector, se preguntará con razón, ¿por qué llegamos a este escenario? La respuesta es triste, pero real: hoy, nuestros Carabineros no cuentan con el respaldo, el reconocimiento a su función, y las herramientas necesarias para enfrentar al fenómeno complejo de la delincuencia, que día a día avanza.

Como todo lo relacionado con la delincuencia, son múltiples los factores. ¿Hay responsabilidades propias de la Institución? Sin duda. Pero, los casos aislados de errores no pueden eclipsar el trabajo duro y constante de los miles de funcionarios que, a diario, con vocación y valentía, arriesgan sus vidas para dar seguridad a los chilenos.

El mayor daño al trabajo y credibilidad de Carabineros se lo han hecho muchos políticos y Gobiernos, que sucesivamente han ido minando la autoridad de la que hace solo algunos años, era la institución más querida y respetada por los chilenos.

Lo que les digo hoy es muy peligroso. Si el país no empodera a los encargados de la aplicación de la ley, está perdido, porque se genera un incentivo para el crecimiento de la delincuencia. En el estado actual de las cosas en Chile, si un Carabinero, como parte de un procedimiento contra personas que cometen ilegalidades, hace uso de las facultades que se le otorga por su carácter, los políticos de turno le condenan públicamente. Y ese funcionario muchas veces, antes de una investigación o juicio termina expulsado de la institución. Eso ha ido provocando desánimo en los funcionarios, que no sienten el respaldo de la autoridad para realizar su labor.

Para poder terminar alguna vez con el flagelo de la delincuencia, la policía debe poder actuar. Y cuando lo haga, no puede hacerlo para perder frente a los «malos». Para ello, se requiere poder dotar a nuestros Carabineros de las herramientas necesarias para cumplir su función, capacitación y perfeccionamiento. Y por sobre todo, apoyo político e institucional. Cuando ello ocurra, los chilenos podremos volver a dormir en paz, nuevamente.

Publicada en la edición del Domingo 22 de Mayo
Diario El Austral de Osorno