Chile Sangra

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Sergio Willer Daniel
Presidente Directorio Sociedad Agrícola y Ganadera de Osorno

Llevamos semanas de infierno para las familias rurales de las regiones del centro-sur de nuestra Patria. Vastas zonas han sido afectadas por el avance de las llamas, pero sobre todo, la tragedia ha afectado a miles de chilenos que han perdido a un ser querido, sus casas, o fuentes de trabajo.

Quienes hemos tenido la oportunidad de ver los focos de incendio in situ, somos testigos de cómo unidos los dueños y colaboradores de predios ganaderos y agrícolas no descansan para generar cortafuegos, y controlar las llamas que arañan, se infiltran y carcomen terrenos otrora fértiles. Como hemos dicho en otras ocasiones, la agricultura no tiene color ni tamaño, y el fuego ha afectado por igual a pequeños, medianos y grandes productores.
Seamos francos. Ni el cambio climático provoca incendios espontáneos, ni los árboles y la vegetación se prenden fuego autónomamente. La totalidad de los incendios forestales son producidos por el ser humano, ya sea por negligencia, o por acción directa o intención de provocarlos.

Circulan en redes sociales registros de extrañas incursiones de personas en medio de los bosques, en zonas que después han sido afectadas por siniestros; y una simultaneidad de inicio de incendios en lugares distantes unos de otros, que no hacen sino suponer que estamos expuestos a la acción de grupos organizados en destruír nuestros bosques y a nuestra gente.

En medio de una emergencia cuyas consecuencias hoy son difíciles de dimensionar, inescrupulosos buscan culpar al sector forestal del fuego que azota al país, usando como pretexto el cobro de seguros supuestamente millonarios. Ello resulta a lo menos ilógico, porque en muchas zonas agrícolas se está quemando bosque nativo, y no plantaciones. Los efectos de las pérdidas para el sector forestal podrán verse el próximo invierno, para todos quienes requieran pellets y leña para calefaccionar sus hogares.

Como en nuestra región existen muchos focos de incendio, nuestro llamado es a la prevención, a colaborar con bomberos, con las disposiciones de seguridad que se generen a partir de los siniestros, y con el desafío de reconstruír la infraestructura perdida.
También debemos todos unir fuerzas para exigir que se investigue el origen del fuego, se detecte a sus responsables, y se les enjuicie debidamente por traicionar a la Patria; y en nombre de las víctimas, y de las miles de personas que han perdido sus hogares, trabajo, y vida tranquila. En Chile, quien quema no es visto como el victimario causante del destrozo de vidas y del medio ambiente. Y ese papel, se asigna a los propios bosques y árboles. Ello debe terminar.

Con el corazón sangrando por Chile, y tal como ocurrió durante la pandemia, el campo NO PARARÁ. Hoy más que nunca, no bajaremos los brazos, y seguiremos produciendo alimentos para las mesas de los chilenos.