Nuevamente la violencia le ganó al fútbol. Historia vieja, repetida y enfermante. El deporte, se supone, más hermoso del mundo pasó a segundo plano tras los hechos ocurridos en estadio Parque Schott, protagonizados mayoritariamente por la barra de Puerto Montt, que llegó en gran cantidad al sector El Morro del recinto y durante casi todo el transcurso del partido, hicieron diferentes desmanes.
El vaso se rebalsó justo después del único gol, anotado por el paraguayo Hernán Ramírez a los 56′ del segundo tiempo. Había barristas visitantes tras la banca de Osorno y eso fue la chispa que encendió el fuego.
Testigos estuvieron contando su testimonio durante la transmisión en vivo del encuentro por parte del sitio web «Todos por el Provi», indicando que la barra del elenco salmonero fue la que habría comenzado los pleitos.
La gente tras esta tensa situación, debió arrancar literalmente del estadio e incluso Carabineros ingresó al sintético, aunque el contingente policial no fue suficiente.
Los hechos de violencia de todas formas, comenzaron desde temprano. El bus de Puerto Montt recibió piedrazos por parte de los forofos osorninos, además de otros enfrentamientos en calle Pilmaiquén.
Y del fútbol, bien poco se puede hablar: el triunfo momentáneo de los dirigidos por Erwin Durán era una leve inclinación en la balanza futbolística, pues los Toros habían mostrado armas suficientes para enfrentar a un equipo de mayor categoría.
Pero, todo se borró de un plumazo. Los imbéciles de siempre, lograron suspender la fiesta del fútbol, en una lección que deberán tomar nota los dirigentes de Osorno, en cuanto a la seguridad y la organización de estos eventos deportivos.