La presente nota no pretende ser una radiografía a carta cabal de lo que piensan los ciudadanos osorninos a cinco años del estallido social del 18 de octubre. Es simplemente, un ejercicio de recordación sobre lo bueno y malo que pudieron apreciar anónimos habitantes de nuestro país, en una fecha que quedó grabada en nuestras pupilas.
Imposible olvidar que a propósito del estallido, casi un mes después, un 12 de noviembre, se quemó y posteriormente destruyó, un inmueble a un costado del edificio Kauak, en pleno centro de Osorno.
Uno de sus protagonistas, que vivió el miedo de algo peor, fue el conserje Miguel Quichel. Con 30 años de funciones, dijo que el estallido fue un momento de solo violencia y destrucción, recordando lo sucedido en su lugar de trabajo.
Otro lugar vandalizado, fue la casa del Sago Buzón, en calle Mackenna 904. Nuestro compañero de labores, Cristian Macaya, dijo que los cambios eran necesarios, pero esto fue aprovechado por delincuentes que ensuciaron una legítima petición social.
Para la señora Silvia Ruiz, en cambio, el estallido le afectó en lo personal, pues quedó sin trabajo y perdió cinco años de imposiciones, además de criticar la inseguridad reinante, sin embargo, destacó lo logrado en el ámbito estudiantil, en cuanto a las facilidades económicas.
Miradas sinceras y ciudadanas, alejadas de proselitismos políticos, que simplemente reflejan lo que ocurrió en la vida de millones de chilenos que vieron los altos y bajos de un estallido social que quedó en la historia reciente de Chile.