Los últimos años las incertidumbres, cuestionamientos y dudas respecto al mercado lácteo y su proyección a futuro, han suscitado un sin número de reuniones, charlas y todo tipo de conversatorios a modo de entender, de qué manera mantenerse sólido y con características propias frente al mercado global.
Trabajar para el corto plazo, sin apostar por una proyección de largo plazo parece irrisorio, dejándonos al dominio completo de lo internacional, sin priorizar o, siquiera, fijarse en las potencialidades que posee el país en el rubro lechero. Lo perjudicial pareciera que se avecina con prontitud, la inestabilidad y la poca confianza que hoy en día sienten aquellos que aún invierten y se atreven por el mercado, seguramente terminará antes de lo esperado.
Un análisis del panorama actual nos deja como conclusión que el gremio tiene interés, quiere seguir en la senda del progreso, a pesar de las muchas veces, ignoradas características, tal como lo manifestó el vicepresidente de Sago, Harold Bretahuer.
Por otro lado, no muy alejado, la manera en qué se está actuando deja vacíos que muchos no logran comprender. La auto gestión de una defensa ante situaciones injustas deja un gusto amargo, al entender que son y serán ellos mismos quienes deberán luchar por hacer prevalecer el mercado, buscando todas las opciones y posibilidades a su alcance, para no abandonar un proyecto querido por el cual aún añoran obtener su máximo potencial.
Finalmente y ante todo esto, es que ad portas de que un nuevo gobierno asuma e inicie su mandato, se hace imperante que las partes afectadas sean escuchadas, no sólo por el bien de los productores, sino por el bien de una zona que por años ha sido una economía latente, consciente y por sobre todo, soñadora.