Ante la reciente publicación de CIPER Chile, en que se me atribuye haber encubierto denuncias de abusos contra menores por parte de dos sacerdotes y de proteger una red de abusadores en la arquidiócesis de Puerto Montt, es mi deber declarar:
- Hace casi tres años el Sr. Nuncio me comunicó que habían llegado a la Santa Sede (Congregación para la Doctrina de la Fe) denuncias por abusos contra menores por parte del P. Marcelo González Cárcamo, y que se le encargaba a él (al Sr. Nuncio) hacer la investigación correspondiente. Dichas denuncias no pasaron por el Arzobispado de Puerto Montt ni por mí.
- El Sr. Nuncio tomó las medidas cautelares correspondientes y me las dio a conocer. Poco después, yo comuniqué al presbiterio la situación de dicho sacerdote y me preocupé que dichas medidas fueran acatadas. No informé de ello en forma pública porque no me pareció pertinente hacerlo, toda vez que recién se estaba iniciando una investigación previa.
- Por otra parte, a fines del año pasado, recibí a dos personas que me entregaron y firmaron ante mí una carta con antecedentes que daban cuenta de actitudes impropias para la vida sacerdotal en que habría caído, en relación con jóvenes, el P. Francisco Núñez Calisto, en ese entonces párroco de la parroquia de Calbuco. Me comuniqué, a principios de enero, con el Sr. Nuncio, dándole a conocer esta situación, quien me pidió que le hiciera llegar dicho documento, lo que cumplí prontamente.
- Tras dejar su parroquia el 3 de marzo, el sacerdote Núñez solicitó al arzobispo iniciar un proceso de discernimiento vocacional en vista de pedir la dimisión del ministerio sacerdotal, lo que fue informado públicamente en un Comunicado del arzobispado del 18 de abril, en que se anunciaban los cambios de párrocos.
- Por último, el 24 de mayo el arzobispo suspendió del ejercicio del ministerio sacerdotal al P. Núñez.
- En consecuencia, falta a la verdad la publicación de CIPER Chile cuando afirma que los testimonios de víctimas no fueron acogidos y tampoco es cierto que se hayan bloqueado las investigaciones para proteger a los abusadores.