La Organización Mundial de la Salud (OMS) publica anualmente una lista con las diez amenazas para la salud a nivel mundial. Algunas enfermedades se repiten año a año, y ya son habituales en este listado. Es el caso del sida o el dengue. Pero en esta versión 2019, sorprendió la aparición de un grupo organizado, que no es un enfermedad, sino una amenaza más bien social. El movimiento antivacunas.
La OMS los puso al mismo nivel de enfermedades letales, bajo el nombre de “renuncia a las vacunas”. Según la entidad, las vacunas previenen entre dos y tres millones de muertes al año. Y agrega, que de haber mayor cobertura, se evitarían 1,5 millones de muertes más.
La organización señala que debido a la lamentable gestión de movimientos como el señalado, enfermedades que se encontraban controladas a nivel mundial, vuelven a convertirse en una amenaza. Un ejemplo concreto es el sarampión, que ha visto aumentado sus casos en un 30%. Los principales motivos que tienen estos grupos radicales son: complacencia (satisfacción consigo mismo), inconveniencia para acceder a las vacunas y la falta de confianza que se tiene en ellas.
Prueba de este fenómeno es que en Estados Unidos, el sarampión, que fue eliminado hace dos décadas, actualmente vive el mayor brote del último tiempo. A la fecha se anotan más de 180 casos, muchos de ellos en la comunidad judía ortodoxa. Los primeros casos fueron niños que no estaban vacunados, por lo que toma fuerza la teoría del movimiento antivacunas, y su influencia en la sociedad, así como también movimiento religiosos.
Ricardo Espinoza, infectólogo de Clínica Las Condes, señala que en la práctica, a medida que los movimientos antivacunas convencen a las personas que no se deben de vacunar de enfermedades que estaban erradicadas, “se va generando un número critico de personas sin vacunas y se genera un escenario en el que pueden reaparecer estas enfermedades erradicadas del mundo. Además de estos movimientos este fenómeno también tiene que ver con inmigración de países pobres sin vacunas. Si miramos en nuestro país, por ejemplo tenemos el movimiento antivacunas, que convence a la gente que no se vacune; tenemos migración de países donde no hay programa de vacunación, y eso hace que se junte una cantidad como para que si llega un paciente con estas enfermedades erradicadas, puede haber un brote en Chile”.
Responsabilidad social
Pablo Vial, infectólogo y jefe de vacunación Clínica Alemana y director del Instituto de Ciencias e Innovación en Medicina (ICIM), señala que efectivamente es una amenaza. “Estoy de acuerdo que esté entre las principales amenazas, porque las vacunas tienen claramente un efecto individual que lo protege a uno, y al mismo tiempo efecto social. Que uno esté protegido hace menos probable que sea fuente de infección para otros. Entonces eso es lo que se llama inmunidad comunitaria. Es tan importante tener defensas personales como de la comunidad. Entonces si hay movimientos o personas que hacen que disminuya la cobertura, lo que está afectando es la protección comunitaria que otorgan las vacunas”.
Europa, sufre el brote más letal de sarampión en las últimas dos décadas. Desde 2017, se han registrado casi 70 muertes, las mismas que en los últimos 17 años. Según el Centro Europeo de Control de Enfermedades (ECDC), el actual brote es el peor en todo el siglo. De 2016 a 2017 los casos crecieron de 3.700 a 11.000 en el viejo continente.
La vacunación no es una decisión personal, es una responsabilidad social, añade Espinoza. “El problema cuando las personas no se vacunan, es que la gente podría decir que es una decisión personal y es su salud, pero el problema es que puede enfermar a gente que no está de acuerdo con ellos. Me explico: en Orlando en los parques de diversiones ocurrió un brote de sarampión y murió un niño de menos de un año de una familia de Utah que siempre pensó en vacunar a sus hijos (la vacuna del sarampión se pone a partir del año, porque la inmunidad es mejor y va a generar una mejor respuesta), este niño no estaba vacunado porque todavía no le correspondía y ocurrió este brote en personas que eran antivacunas, pero ellos enfermaron, y ese es el riesgo, a personas que no están de acuerdo con el movimiento antivacunas. Entonces no es tan personal, es un problema de salud pública y eso es lo que yo creo trata la OMS de hacer notar”.
Vial establece que las personas que lideran estos grupos son personas con bastante cultura sanitaria y bien informadas, “por lo tanto, no aparece como algo propio de personas sin educación. Es una forma de pensar, está caracterizada. Lo que pasa es que aquí hay una serie de problemas contemporáneos, que uno actúe y siga tendencias según reportes anecdóticos o en base a historias de fracasos de alguna intervención médica. Pero así también, hay éxitos que no se cuentan o que no tienen la difusión adecuada. Se está actuando en forma emocional frente a algunos informes de efectos adversos de vacunas, reales y otros que son inventados. Y que no tienen ninguna relación con las vacunas”.
Las otras nueve amenazas dadas a conocer por la OMS son: Contaminación atmosférica y el cambio climático, enfermedades no transmitibles (diabetes, cáncer, enfermedades del corazón), pandemia global de influenza, entornos frágiles e inestables (personas que viven en duras condiciones debido a guerras, migraciones masivas, poca higiene y/o limitado acceso a la salud), resistencia bacteriana a los antibióticos, ébola y otros patógenos extremadamente peligrosos, pobre atención primaria de salud, dengue y SIDA.
Vial agrega, que “uno de los principales elementos o motivos por los que estos grupos adquieren notoriedad pública, es que la mayoría de la gente ha dejado de percibir estas enfermedades como de riesgo. Por ejemplo, ¿quién de la gente joven percibe el sarampión como un riesgo? En la medida que han sido controladas la percepción de riesgo es mucho menor, y eso hace que esta especie de propaganda contra las vacunas tenga un terreno más fértil. Pero cuando aparecen las amenazas, la gente reacciona porque en el fondo los liderazgos de estos grupos antivacunas se debilitan cuando la gente percibe los riesgos reales. Desgraciadamente tienen que haber brotes. Yo en mi vida como infectólogo, jamás pensé que en Europa habría nuevas muertes por sarampión. No pensé que lo iba a ver, pero hoy a decenas de muertes. Estas muertes se vinculan a grupos antivacunas porque ha disminuido mucho la cobertura en algunos lugares”.
Las vacunas son fundamentales para determinadas enfermedades, señala Espinoza. “El valor es el siguiente, hay enfermedades gravísimas que han desaparecido, la viruela desapareció y lo hizo porque existía una vacuna. Hay enfermedades terribles como la poliomielitis que está prácticamente erradicada en el mundo porque los niños se vacunan, hubo personajes importantes de la historia que tuvieren poliomielitis, el presidente Roosevelt estaba en silla de ruedas porque había tenido esta enfermedad de niño. Cuando el doctor Jonas Salk, descubrió la vacuna para la poliomielitis iban personas de todo Estados Unidos para vacunarse. En la práctica, las vacunas han erradicado enfermedades o en otros casos las han controlado y perder esta herramienta maravillosa no es juicioso”.
Vial establece dos grandes intervenciones en salud pública, que han cambiado el panorama de la salud mundial. “Uno, la sanitización, el agua potable y alcantarillado, que ha hecho que muchas enfermedades se controlen nada más que con medidas sanitarias, y segundo, las vacunas, medida que ha ayudado a controlar enfermedades y mortalidad. No hay duda de que vivimos una realidad en términos de salud que hace 50 años atrás no existía, hay un montón de enfermedades que ya no tenemos. No producen efecto en la población gracias a las vacunas”.
Fuente: La Tercera