Todo era fiesta en Isla de Pascua. Luego de casi 900 días sin recibir turistas, debido a la pandemia por Covid-19, en agosto de este año volvieron a abrir sus puertas al turismo, su principal fuente de ingreso. Un total de 230 personas arribaron a la isla en la reapertura.
Este ánimo festivo, que permitió que la isla poco a poco retomara su funcionamiento habitual, se ha visto recientemente empañado por un voraz incendio, el que ha causado estragos en territorio insular. Comenzó este lunes cerca de mediodía con nueve hectáreas de pastizal, pero debido a la intensidad del fuego y el viento presente en la zona, se expandió rápidamente.
De inmediato la Municipalidad de Isla de Pascua, además de Corporación Nacional Forestal (Conaf) y la Oficina Nacional de Emergencia del Ministerio del Interior (Onemi), encendieron las alarmas. Esta última, en coordinación con la Delegación Presidencial de Valparaíso, decretó alerta roja, debido a que las llamas estaban prontas a sectores habitados.
El siniestro, denominado “Rafa Herever” también contó con la participación inmediata de Bomberos, Carabineros de Rapa Nui y el Sistema Nacional de Prevención y Respuesta ante Desastres (Sinapred).
Para tranquilidad de los isleños y turistas, el fuego finalmente pudo ser controlado. Conaf estableció como “extinguido” el incendio, y desactivó la alerta, que había pasado de roja a amarilla a medida que las llamas disminuían.
Carolina Pérez, subsecretaria del Patrimonio Cultural del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, señaló vía Twitter que “lamentamos este grave incendio en #RapaNui en el volcán Rano Raraku, con afectación al Sitio de Patrimonio Mundial. Hace solo dos días, el fuego arrasó más de 100 hectáreas en la isla. Ofrecemos todo nuestro apoyo al alcalde @Muni_Rapanui, Pedro Edmuns Paoa. Funcionarias de @monumentos_cl están en terreno evaluando daños. Los cortafuegos exteriores, realizados por organizaciones y la comunidad evitaron que el lado exterior de la cantera se quemara completamente”.
El daño patrimonial es evidente y a la vez lamentable. Así lo ratifica el Consejo de Monumentos Nacionales (CMN) quienes señalan que la zona tuvo afectación patrimonial directa y parcial, aunque aclaran que aún no se conocen las cifras y daños definitivos. Durante la presente jornada llevarán a cabo un análisis en helicóptero y dron para determinar la totalidad de los daños.
Hernán Riquelme, director del Magíster en Gestión del Patrimonio y Turismo Sostenible de la Universidad Autónoma de Chile, establece que en un contexto de escaso reconocimiento patrimonial a nivel nacional, “Isla de Pascua supone un caso excepcional para el desarrollo patrimonial de nuestro territorio. Los objetos icónicos y representativos de la isla son encarnados por los moáis y su relevancia cultural. Podemos apreciar su trascendencia a nivel material, considerando estos bloques de piedra en relación con su belleza y relevancia para el paisaje visual, pero también respecto al relato que se construye y transmite a partir de estas piezas”.
Raúl La Torre, historiador y magíster en historia y gestión del patrimonio de la Universidad de los Andes, dice que si bien lo más llamativo de la Isla de Pascua son sus moáis, “el significado de su riqueza histórica, cultural y patrimonial para nuestro país, van mucho más allá de estos grandes monolitos de piedra. Desde su incorporación a Chile en 1888 se pueden distinguir varias etapas en la relación con nuestro país: una no tan agradable que vio en la isla una presencia estratégica en el Pacífico a fines del s.XIX, con claros beneficios económicos a costa del territorio y sus habitantes; y otra diferente, bastante positiva, a partir de 1966 hasta nuestros días, que ha tenido un movimiento de influencia cultural en ambos sentidos”.
Así, los moáis poseen un valor cultural e histórico que es realzado por los isleños y su memoria histórica, “quienes han sabido conservar estas piezas patrimoniales pese al paso del tiempo, lo que indudablemente impacta positivamente en la promoción de un turismo sostenible. Evidentemente, Chile gana mucho con los moais, pues estos conservan una riqueza inconmensurable que posiciona la imagen país a nivel internacional”, añade Riquelme
Parque Nacional Rapa Nui y su valor patrimonial
El Parque Nacional Rapa Nui (PNRN) es un área silvestre protegida por del Estado de Chile. Se ubica en la Isla de Pascua, territorio insular separado por 3.700 kilómetros de la costa de Chile continental (latitud sur 27º 09′ y longitud oeste 109º 27′), establece el Consejo de Monumentos Nacionales de Chile (CMN)
Sobre una superficie de 16.628 h, ocupa aproximadamente siete mil, incluyendo cuatro islotes cercanos. Allí se concentra el legado de la cultura Rapa Nui, expresándose materialmente en una arquitectura y esculturas singulares en el contexto polinesio, así como en una escritura que hasta hoy no ha sido descifrada, añade.
Esta isla fue colonizada hacia fines del primer milenio de la era cristiana por un grupo pequeño de colonos provenientes de la Polinesia Oriental, cuya cultura se manifestó entre los siglos XI y XVII en grandes obras como la construcción de ahu -altares ceremoniales- y tallado de moai, estatuas colosales que representaban a los antepasados. Según algunos estudios, el fin de ese aislamiento al momento de entrar en contacto con los europeos (siglo XVIII) y el agotamiento de los recursos naturales había determinado una crisis ecológica y la decadencia de la antigua sociedad Rapa Nui.
“Muy probablemente la relación entre la Isla y el territorio continental chileno tenga muchos más puntos en común e historia que las fechas que conocemos. Desde la arqueología y varios campos de la ciencia se han venido haciendo investigaciones en torno a restos humanos, construcciones en piedra o el lenguaje; que darían cuenta de una relación con varios siglos de antigüedad. Un claro y conocido ejemplo de esto son los estudios de la “gallina mapuche” o gallina de huevos azules, la que se presume pueda tener un origen polinésico”, explica La Torre.
La transformación espiritual que esto provocó, produjo también la destrucción de sus monumentos megalíticos. El culto original a los antepasados fue reemplazado por el culto al hombre-pájaro. Este tiene por excepcional testimonio la aldea ceremonial de Orongo, localizada en el volcán Rano Kau: se trata de 54 casas de planta elíptica que funcionaron como recinto sagrado, profusamente decorado con petroglifos alusivos al hombre-pájaro y a la fertilidad. Este culto vería su fin a mediados del siglo XIX, señala el CMN.
El historiador de la Uandes agrega que “independiente de la historia, hoy la Isla de Pascua constituye un valor patrimonial innegable para nuestro país y un claro motivo de orgullo, puesto de manifiesto en numerosos grupos de estudio y difusión de la lengua, bailes y gastronomía Rapa Nui. El daño que puedan sufrir los moais o sitios arqueológicos, son tan lamentables como la que pueda sufrir su flora y fauna, una parte esencial de la cultura Rapa Nui, en la que por mucho tiempo se ha venido haciendo esfuerzos de resguardo y conservación”.
La colonización, la introducción de la ganadería, el confinamiento de los habitantes originales a áreas reducidas, el dramático efecto de las enfermedades foráneas y, sobre todo, la esclavitud, redujeron la población hasta llegar a poco más de un centenar. Actualmente, la isla está habitada por descendientes de los antiguos rapa nui e inmigrantes de diversos orígenes, contándose con una importante población mestiza.
Los Criterios de Valor Universal Excepcionales por los cuales el Comité del Patrimonio Mundial incluyó al parque en la lista, dice relación con el notable y singular fenómeno cultural que este nos presenta. Una tradición artística y arquitectónica de gran poder e imaginación, desarrollada por una sociedad completamente aislada de influencias culturales externas de cualquier tipo por más de un milenio.
Al mismo tiempo, establece el CMN, el sitio tiene características de excepcionalidad si se considera que luego de su poblamiento original -antes del s. IX D.C.- y hasta comienzos del s. XVIII- la Isla de Pascua no recibió nuevos flujos de inmigrantes. Desarrolló su compleja cultura, única en la Polinesia, de manera autónoma, siendo un testimonio único de civilización en esta región. Asimismo es también excepcional en su condición de testimonio de crisis ecológica en tiempos pre-modernos.
El PNRN es un testimonio de carácter innegablemente único de una cultura que sufrió una debacle a raíz de una crisis ecológica primero y de la irrupción del mundo foráneo después. Los atributos más eminentes son los sitios arqueológicos. La isla presenta una alta concentración de ellos, especialmente dentro del Parque Nacional, estimándose que hay unas 900 estatuas, poco más de 300 plataformas ceremoniales y miles de estructuras agrícolas, mortuorias, habitacionales, productivas y de otros tipos.
Fuente: La Tercera