Durante ya más de un año Lucía Dammert figura en los radares del FBI y la DEA de Estados Unidos por su estrecha relación con Genaro García Luna, ex secretario de Gobernación de México durante el gobierno del presidente Felipe Calderón (2006-2012). García Luna fue detenido a mediados de 2019 en ese país y enfrenta actualmente una investigación de la fiscalía federal con sede en Brooklyn, Nueva York.
Se acusa al ex ministro -que fue la cara visible de la sangrienta guerra contra el narcotráfico en ese sexenio- de haber colaborado activamente con el cartel de Sinaloa, tanto entregándoles información sensible que obtenía de sus reuniones con autoridades estadounidenses, como participando en la planificación de secuestros de personas importantes.
De hecho, fue durante el juicio al Chapo Guzmán, el ex jefe del cartel de Sinaloa que ahora cumple prisión de por vida en ese país, que varios testigos señalaron pagos a García Luna y trabajos coordinados.
Según aseguró la fiscalía estadounidense en una audiencia el pasado 22 de agosto, diversas pruebas obtenidas en la investigación del FBI y la DEA demuestran que García Luna habría sido el responsable del crecimiento del Cartel de Sinaloa y habría sido parte de la organización de secuestros y extorsiones en México.
Para demostrar esta tesis, la fiscalía de Nueva York presentó pruebas de grabaciones telefónicas, grabaciones de reuniones y pruebas en papel.
Y es en este contexto que el FBI notificó a Lucía Dammert para presentarse como testigo, a lo cual ella habría accedido de manera voluntaria. Esto porque ella fue una de las asesoras más estrechas de García Luna e incluso escribió junto a él varios libros sobre reforma policial y temas de seguridad. En la versión en inglés de su currículum en la red LinkedIn, ella misma destaca que fue “senior adviser” (alta asesora”) del ex ministro de Gobernación.
Según asegura a INTERFERENCIA una fuente policial estadounidense en conocimiento del caso, “ella no es la que nos interesa, pero sí nos interesa saber todo lo que pueda ayudar en el juicio contra García Luna”.
Al ser consultada sobre si Dammert pudo saber de los supuestos ilícitos de su ex jefe, esta fuente señala: “Tenemos algunas sospechas serias de que podría haber encubierto algunas acciones, pero por ahora no hemos hablado de apresarla pues ella se ha mostrado colaborativa. Claro, esto puede cambiar en la medida que avance la investigación”.
Se precipitan los hechos
Hasta hace dos días, Lucía Dammert aún figuraba en la nómina de la comitiva que va a acompañar al Presidente Boric en su viaje a la asamblea general de la ONU la próxima semana. Según supo este medio, la ex jefa del segundo piso pidió incluso quedarse cuatro días adicionales en Nueva York. Sería en ese lapso, según afirman fuentes ligadas al caso en EE.UU., que ella se presentaría voluntariamente a declarar en la corte federal de Brooklyn en el bullado caso de conspiración y narcotráfico que involucra a García Luna.
Su viaje a Nueva York le permitiría ingresar a ese país con pasaporte diplomático, otorgándole cierta inmunidad.
La Cancillería le había negado la posibilidad de extender su estadía en Nueva York con cargo al fisco. Como señala una alta fuente de ese ministerio, “ella nunca explicó las razones para quedarse más días y claramente no era una visita de Estado, así que le dijimos que pagara de su bolsillo esos días extra”.
Lo que Dammert no les transparentó es que ya había acordado con el FBI prestar su testimonio voluntario en esta ocasión. “Ella va a prestar declaración en este viaje pues está acordado con el FBI”, aseguró una fuente del Departamento de Estado de ese país.
Pero ayer en la tarde se precipitaron los hechos que llevaron a su abrupta salida. Cerca de las 6pm Paula Narváez, la embajadora de Chile en la ONU, llamó a la ministra de Relaciones Exteriores Antonia Urrejola y le dijo explícitamente que Lucía Dammert no debía viajar con Gabriel Boric a Nueva York pues estaba “en un problema muy grande” del cual no podía entregar detalles por teléfono ni correo, sino que lo haría en persona. Las alertas se encendieron, pero Lucía Dammert le dijo a la jefa de gabinete de la canciller que no era nada grave y no había nada de qué preocuparse.
Pasada las 11 de la noche de ayer, Narváez finalmente logró contactar a Urrejola y le habría advertido sobre la posible declaración de Dammert en el juicio a García Luna. Según supo este medio, a las 6 am de hoy se pidió la renuncia de Dammert y se decidió bajarla del viaje presidencial. Desde La Moneda filtraron su salida al medio ExAnte, aunque bajo la premisa que se trataría de rencillas políticas dentro del palacio presidencial. Ya a las 10 am de hoy se confirmó oficialmente su salida del segundo piso.
Las advertencias
Hace meses que autoridades de ese país vienen gestionando la declaración de Lucía Dammert. Nuestro medio supo de ello por primera vez en febrero, cuando fue nominada a su cargo.
Según personeros de gobierno al tanto de esta trama, Lucía Dammert le habría confidenciado a Boric que su jefe anterior estaba en prisión preventiva en Nueva York y que tal vez la llamarían a declarar, pero insistiendo en que se trataba de una cosa menor.
En febrero oficiales de inteligencia de la Armada, del Ejército y de Carabineros también expresaron sus dudas respecto de su nombramiento, las que de todos modos estaban más enfocadas en sus vínculos con Perú. Según supo este medio, al menos seis embajadas también le hicieron al nuevo gobierno comentarios reservados sobre ese nombramiento. Con todo, Boric mantuvo su nombramiento.
Pese al creciente aislamiento político de Dammert en La Moneda, y que el palacio se encargó de filtrar a medios de prensa como La Tercera y ExAnte, Lucía Dammert seguía contando con el respaldo de Boric hasta hace 48 horas atrás. De hecho, el Presidente dio luz verde para que ella lo acompañara en la comitiva oficial a Nueva York.
Pero al saberse que al final de ese viaje Dammert iba a entregar su testimonio ante una corte federal en el caso de García Luna, la presión se hizo insostenible y Boric accedió a removerla de su cargo.
La regalona de Salomón Lerner
El rápido ascenso de Lucía Dammert en las esferas de poder se dio en Perú cuando se convirtió en la ahijada política de Salomón Lerner, el primer ministro de Ollanta Humala, quien además es un experto en seguridad y le enseñó a la ex asesora de Gabriel Boric todo lo que sabe en materia de seguridad.
Lerner es uno de los operadores políticos más conocidos en el vecino país, cuyo principal activo es el manejo de información de toda índole. En las fuerzas armadas chilenas siempre dudaron de una posible doble militancia de Dammert, velando por los intereses de Perú y Chile, por eso pidieron su cabeza en el segundo mandato de Michelle Bachelet cuando era asesora de Mahmud Aleuy.
Algo parecido sucedió al comienzo del mandato de Gabriel Boric, cuando dos de los comandantes en jefe de las FF.AA. le hicieron saber al presidente sus dudas sobre la lealtad de Dammert hacia Chile. Pero Boric fue enfático en señalar en esa ocasión que ella contaba “con todo mi apoyo y confianza”.
Nuestro medio intentó contactarse durante la mañana con Lucía Dammert, pero no fue posible obtener respuesta.
Fuente : interfencia.cl