El féretro del papa Francisco llegó a bordo del papamóvil a su última morada, la basílica de Santa María la Mayor de Roma, donde el primer pontífice latinoamericano será inhumado este sábado tras varios días de multitudinario adiós. Su entierro, el primero de un papa fuera de los muros del Vaticano desde León XIII en 1903, pondrá fin a 12 años de un pontificado marcado por la defensa de los migrantes, el medio ambiente y la justicia social.

El todoterreno blanco parcialmente descapotable recorrió primero las calles de la Ciudad Eterna, pasando frente a lugares emblemáticos como el Coliseo y los Foros Imperiales donde miles de personas contemplaron el paso del cortejo fúnebre. Pero la jornada empezó con el funeral en su honor en la plaza de San Pedro. Ante 250.000 personas y dignatarios mundiales como Donald Trump, Javier Milei, Emmanuel Macron y Volodimir Zelenski, el cardenal decano Giovanni Battista Re destacó sus «innumerables» esfuerzos en defensa de migrantes y refugiados, del Mediterráneo a México.

«Fue un papa en medio de la gente con el corazón abierto hacia todos» y prestó «especial atención» a «los últimos de la tierra, los marginados», subrayó durante la homilía. Semanas antes de morir, el jesuita argentino criticó con dureza la política estadounidense de expulsar migrantes. Esto no impidió que Trump alabara a un hombre «fantástico» que «amaba el mundo».

Otra de las luchas del «santo padre», que el cardenal decano recordó, también resonó con fuerza en la plaza, cuando Estados Unidos intenta lograr un acuerdo de paz entre Rusia y Ucrania, en guerra desde febrero de 2022.

«El papa Francisco elevó incesantemente su voz implorando la paz e invitando a la sensatez, a la negociación honesta para encontrar soluciones posibles» a las guerras, subrayó el purpurado, entre aplausos del público. Las exequias del pontífice sirvieron de escenario para una discusión entre Trump y el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, en la basílica de San Pedro, la primera tras la tensa visita del europeo a la Casa Blanca en febrero.

El fervor popular por el jesuita argentino llevó a que muchos fieles llegaran de madrugada para asegurarse un buen puesto en el funeral. Entre la marea de fieles también se encontraba el australiano Julian Assange, fundador de WikiLeaks, acompañado de su familia, constató un fotógrafo de la AFP.

Durante tres días de capilla ardiente, 250.000 personas ya habían rendido tributo al pontífice argentino, algunas esperando incluso hasta altas horas de la madrugada. Decenas de presidentes, monarcas y primeros ministros también viajaron a Italia para despedir a Francisco, entre ellos el brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, el ecuatoriano Daniel Noboa y los reyes de España, Felipe VI y Letizia.

El líder de 1.400 millones de católicos en el mundo falleció el 21 de abril a los 88 años por un ictus, casi un mes después de salir de una larga hospitalización por una neumonía bilateral. Pese a la diferencia horaria, se organizaron veladas para seguir el funeral desde su Argentina natal, a la que nunca regresó como papa. El adiós a Francisco dará paso a la elección de su sucesor. El cónclave para escogerlo debe convocarse entre 15 y 20 días después de su muerte, aunque los cardenales podrían hacerlo antes en una fecha aún por definir.