El sábado 4 de abril de 1987, durante su visita a Punta Arenas, el Papa Juan Pablo II viajó a Puerto Montt. Pasado el mediodía, el líder religioso se embarcó en el «Cirujano Videla», una embarcación de la Armada de Chile, para realizar un paseo por las aguas del seno de Reloncaví.
Antes de partir, el Papa saludó a una mujer y cargó en brazos a su pequeña hija. La travesía se llevó a cabo en forma de cruz, y al concluir, el Santo Padre lanzó al mar una corona de flores en honor a la paz de los marineros. La llegada fue recibida con entusiasmo por cientos de embarcaciones pesqueras artesanales y aproximadamente 150 mil personas en la costanera de la ciudad.
En Puerto Montt, el Papa presidió la Eucaristía con motivo de los 500 años de evangelización, centrando su mensaje en los pescadores artesanales. Posteriormente, viajó a Concepción, donde bendijo a la capital penquista por la noche.
Este memorable paseo por las aguas del sur de Chile fue recordado por Juan Pablo II hasta poco antes de su fallecimiento, convirtiéndose en uno de los momentos más destacados de su visita. La jornada se convirtió en un hito histórico para la capital de la Región de Los Lagos, atrayendo a fieles de diversas partes del sur del país para escuchar el mensaje del líder de la Iglesia Católica.