Si bien el uso de súper computadores y satélites ha permitido predecir eventos climáticos como nunca antes, el cambio climático está añadiendo una dificultad extra a esta tarea.
Salir con paraguas o dejar una actividad para más tarde porque hará mucho calor son parte de las decisiones que el pronóstico del tiempo permite tomar. Pero muchas veces se olvida que esa predicción también sirve para salvar vidas o recursos económicos. Esto ha sido posible porque la mejora en el pronóstico, que aún no es perfecto, ha sido dramática las últimas décadas.
De vida o muerte
A nivel global, en los últimos 30 años la población que vive en zonas con riesgo de inundación al menos se ha duplicado, asegura un análisis sobre la evolución del pronóstico del tiempo publicado en la última edición de la revista Science. Este es solo un ejemplo, se lee en la publicación, del porqué urge seguir mejorando las predicciones.
«Aunque la mayoría utiliza el pronóstico meteorológico para saber qué ropa usar o si lleva paraguas o no, existen eventos que conducen a la pérdida de una gran cantidad de recursos y, más importante aún, de vidas humanas», dice Diana Pozo, académica de Departamento de Meteorología de la Universidad de Valparaíso. Hoy alertas de huracanes o de enormes tormentas costeras salvan miles de vidas, pero esa capacidad de predicción no siempre fue tal.
Con el desarrollo de la tecnología satelital, la meteorología dio un gran salto. Mientras las resoluciones espaciales han pasado de 4 kilómetros a 500 metros, los temporales han disminuido de tres horas a solo 30 minutos, explican desde la Dirección Meteorológica de Chile (DMC). Ello permite obtener una gran cantidad de imágenes en alta resolución y observar nubes, niebla, polvo en suspensión y ozono, entre otros elementos atmosféricos, para alimentar las predicciones. Así, hoy se puede saber hasta con siete días de antelación la llegada de un frente de mal tiempo. «Hace 40 años se conocía solo el día anterior», ejemplifica Diana Pozo.
Sin embargo, los satélites no son la única ayuda que han tenido los meteorólogos. «El progreso del pronóstico del tiempo y el clima está íntimamente ligado al incremento de la capacidad de súper cómputo», dice la especialista.
El pronóstico se basa en datos, como los obtenidos con los satélites, los que a su vez alimentan modelos matemáticos. Así, la precisión depende tanto de la calidad de la información como del modelo mismo. Por eso, a veces el pronóstico aún se «equivoca». «La incertidumbre en los pronósticos actuales viene fundamentalmente de la carencia en las observaciones en territorio nacional», asegura Pozo.
En la DMC están conscientes de esto y aseguran que «Chile debería avanzar hacia la modelación meteorológica propia y de alta resolución, mediante la implementación de una red de radares en zonas de alto riesgo». El objetivo es lograr pronósticos inmediatos -para las próximas horas- de eventos meteorológicos de pequeña escala y alto impacto, como los fenómenos que producen deslizamientos en sectores cordilleranos e inundaciones.
Si bien desde 2012 el país cuenta con un sistema de avisos, alertas y alarmas meteorológicas, el cambio climático se ha vuelto una dificultad para la precisión. Este modifica los patrones atmosféricos utilizados para el pronóstico, lo que termina traduciéndose en un comportamiento mucho menos previsible. Incluso con los instrumentos más sofisticados. Este es el gran desafío hoy para la meteorología a nivel mundial.
«Uno de los grandes desafíos de la meteorología es lograr comunicar bien a las personas los riesgos e incertidumbres del tiempo y el clima» Diana Pozo Académica de Meteorología Universidad de Valparaíso.
Fuente: economiaynegocios.cl