Los déficit que marcaron los 459 días de Ampuero en la Cancillería

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El hoy excanciller tuvo un complejo aterrizaje en el edificio José Miguel Carrera, donde llegó sin experiencia salvo su designación previa como embajador en México. Tuvo constantes críticas opositoras -y algunas internas- por la injerencia de La Moneda y su falta de influencia en los grandes temas de política exterior.

El Presidente Sebastián Piñera anunció este jueves su segundo cambio de gabinete marcado por la salida del canciller Roberto Ampuero.

Ampuero es el primer canciller que sale del cargo por una mala evaluación de su gestión desde el retorno de la democracia. Si bien, no es el único que se fue del ministerio antes de finalizar el gobierno, el resto lo hizo porque asumieron otras tareas. Ese fue el caso de Carlos Figueroa, en el gobierno de Eduardo Frei, quien dejó la cancillería para asumir como Ministro del Interior, o de José Miguel Insulza, quien se trasladó a la Secretaría General de la Presidencia. Soledad Alvear tampoco completó el periodo, pero ella renunció para asumir una fallida candidatura presidencial.

Otro que tampoco duró todo el periodo a cargo de Relaciones Exteriores fue el ministro Alejandro Foxley, en el gobierno de Michelle Bachelet I, pero en el caso del economista fue él quien pidió su salida del cargo por las diferencias y escasa relación que tenía con la entonces mandataria.

Sin experiencia previa en política exterior, salvo un breve paso como embajador político de Chile en México durante los últimos dos años del gobierno de Piñera I, su designación constituyó -junto a la de Gerardo Varela en Educación- la gran sorpresa del equipo ministerial presentado por el Mandatario electo en enero de 2018.

El recién asumido canciller tuvo un complejo aterrizaje en el edificio José Miguel Carrera, sede de la diplomacia chilena. Apenas ocho días después de ser designado en el cargo debió viajar a La Haya, Países Bajos, para hacerse cargo de la vocería y la conducción política durante los alegatos orales ante la Corte Internacional de Justicia en el litigio interpuesto por Bolivia contra Chile sobre obligación de negociar una salida soberana al mar. Un tema en el que debió competir con la figura del ex canciller Heraldo Muñoz. En muy poco tiempo, Ampuero debió ponerse al día respecto de la estrategia de Chile frene a Bolivia y estudiar los tomos del caso.

La importancia de esa tarea lo llevó a descuidar el proceso de designaciones de embajadores, el que fue mucho más lento de lo normal. Recién a fines de noviembre pasado, casi nueve meses después de la instalación del nuevo gobierno, la cancillería dio a conocer las últimas nueve plazas que faltaban por llenar en las misiones diplomáticas de Chile en el exterior, pese a que algunas de ellas tenían gran importancia, como las embajadas en Uruguay y Francia.

Su escaso manejo del sector y la falta de conocimiento de los equipos de trabajo de la cartera le pasarían muy pronto la cuenta. A Ampuero no sólo se le responsabilizó en la demora en el nombramiento de embajadores, sino también, por no haber impedido algunos errores o autogoles del gobierno que terminaron pasando la cuenta al Presidente Sebastián Piñera.

Ampuero no se opuso en abril de 2018 a la decisión de Piñera de nombrar a su hermano Pablo Piñera como embajador de Chile en Argentina, cargo que en definitiva no pudo asumir el economista de Cieplán y ex director de BancoEstado en medio de las críticas al Mandatario por nepotismo.

Pese a ese antecedente, tampoco se opuso a mediados de 2018 a la decisión de Presidencia de nombrar a Fernanda Bachelet Coto como agregada comercial en Nueva York. La joven economista de 27 años, es hija del empresario Ricardo Bachelet, amigo y ex socio de Piñera, asumió en junio del año pasado la jefatura de la oficina en Nueva York destinada a atraer y fomentar las inversiones en Chile y facilitar la llegada de productos chilenos a Estados Unidos, todo con un sueldo de más de 10 millones de pesos. En enero de 2019, la joven debió renunciar en medio de fuertes críticas al gobierno.

A Ampuero también se le responsabiliza el no haber hecho ver al Presidente la inconveniencia de incluir a los hijos varones del Presidente en la delegación oficial que asistió a China en la reciente gira presidencial.

Pese a que su misión como canciller es planificar, dirigir y ejecutar la política exterior que formula el Presidente de la República, lo que lo convierte en el principal asesor del Mandatario en esta materia, Ampuero no advirtió al Presidente de no viajar a Cucutá, Colombia, para participar de la fallida entrega de ayuda humanitaria al presidente delegado de Venezuela, Juan Guaidó. Esa gestión había sido desaconsejada por los cuadros técnicos y profesionales de la Cancillería, los que finalmente no participaron de esta misión organizada desde La Moneda por los asesores del Presidente.

En ese sentido, a Ampuero se le critica el haber cedido a La Moneda, en especial al asesor en temas internacionales de la Presidencia, el joven abogado Benjamín Salas Kantor, excesivos espacios de poder en el manejo de los temas de política exterior.

Fuente: La Tercera