Paraguay dio la primera sorpresa de la Copa América al igualar 2-2 con Argentina en La Portada de la Serena. Una igualdad llena de coraje y bravura de parte de los guaraníes, que gracias a un segundo tiempo brillante logró sobreponerse a un inicio desastroso, que los dejó temprano con dos tantos de desventaja.
Un desenlace sorpresivo, principalmente por lo vivido en los 45 minutos iniciales, donde el combinado albiceleste le pasó por encima a su rival. Primero, sobre la base de la presión y la velocidad, tanto individual como de traslado del balón. Argentina minimizó completamente al equipo dirigido por Ramón Díaz, al punto de que los paraguayos no pisaron el área de Sergio Romero.
Paraguay resistía como podía, a ratos exagerando en el juego físico para frenar los avances de Lionel Messi y Sergio Agüero, los dos delanteros nominales que alineó Gerardo Martino. Pero cuando sólo te dedicas a defender, no te puedes permitir un solo error porque el margen es muy pequeño. Y Samudio falló en ese sentido, cuando intentó un pase largo a su arquero y fue interceptado en el camino por el Kun, quien transformaría el regalo en gol.
La apertura de la cuenta no frenó el ímpetu de Argentina, que en el camino se encontró con otro obsequio, esta vez del árbitro Wilmar Roldán, quien sancionó como penal una simulación de Ángel Di María. Messi, desde los 12 pasos, convertiría el segundo tanto albiceleste, rompiendo una sequía de ocho años sin convertir en la Copa América.
Pintaba para goleada de escándalo porque no se veía como podía reaccionar el combinado guaraní. Sin embargo, Argentina se relajó después del entretiempo, quizás entendiendo que el rival ya estaba en el piso.
Y aquello lo aprovechó Paraguay, que entendió que debía arriesgar. En algún momento tenía que perderle el respeto a las figuras que estaban enfrente- Adelantó sus líneas y los delanteros tuvieron más compañía. Entonces, el descuento de Nelson Haedo Valdez a los 60’ no sorprendió a nadie. Lo que parecía un paseo, se tornaba ahora sí complicado para Argentina.
El partido se tornó emocionante, como ningún otro en este torneo. Las ocasiones de gol se sucedían en uno y otro arco. Los arqueros se convertían en figuras ante los sucesivos ataques.
Haedo Valdés tuvo la chance de igualar a través de un tacazo, pero el balón se fue apenas desviado. Messi pudo armar un gol maradoniando, con arquero en el piso incluido, pero su remate cruzado se fue besando el larquero.
A esa altura, Paraguay, con un amor propio enorme, equilibraba con bravura el trámite. Argentina se abrazaba a alguna de sus estrellas en ataque para que resolvieran de una vez el partido. Carlos Tévez y Gonzalo Higuaín ya estaban en la cancha para intentar cerrar la obra.
Pero el destino le terminó haciendo un guiño a los guaraníes, quizás complaciéndolos por la injusticia del penal del primer tiempo. Y fue nada menos que Lucas Barrios, un argentino de nacimiento, que a dos minutos del final que daría el golpe de gracia con un zurdazo bajo, sellando un empate que una hora atrás lucía imposible de imaginar.