Mario Irarrázabal, el reconocido escultor y académico chileno, llamó desde Santiago a su colega Robinson Barría durante la semana pasada. No lo conocía pero hace tiempo que quería hablar con el creador de Sentados Frente al Mar. Había visto los artículos de prensa sobre su historia y la consulta pública que va a realizar mañana el Ministerio de Vivienda para resolver si la obra se queda o si la sacan, en medio de la remodelación de la costanera de Puerto Montt.
El autor de la Mano del Desierto (1992), en Antofagasta y la Mano de Punta del Este (1982) quería expresar su visión y apoyo frente a la posible desaparición de la pareja de enamorados, que nació el 14 de febrero del 2002, inspirada en una canción de Los Iracundos. “No sabía a quién recurrir y por eso lo llamé, me entusiasmé altiro por poder decir algo sobre esto”, cuenta Mario Irrarázabal.
-¿Qué es lo que quería decirle respecto a la escultura?
Primero, uno tiene que darse cuenta de qué se trata y no confundirlo con otras cosas. Para poder formarse un juicio justo es importante darse cuenta que esto se trata de arte popular. Hay muchos museos y ejemplos a través del mundo. Lo más cercano que tenemos, aunque pueda parecer raro a la gente, es toda la obra de Violeta Parra. Para mí se acerca mucho a esto. Uno debiera estar consciente que no es una cosa leve y que no todos pueden opinar así nomas. Esto es un tipo de arte muy especial. Tengo una cita de Joan Miró que dice: El arte popular me emociona, no hay en este arte ni trampas ni trucos, va directamente al objetivo, sorprende. Entonces, una cosa que da impresión, es que llaman a una consulta popular pero lo lógico sería que primero hubiera una consulta a expertos. Por ejemplo, Milan Ivelic -ex director del Museo de Bellas Artes- mandó a El Mercurio una carta de apoyo. A personas de este tipo podrían preguntarles. Puedes hacer una votación popular, pero eso tendría que estar dentro de un contexto y explicarle a la gente de qué se trata. La consulta popular más grande que ha habido es la cantidad de personas que se sacan fotos y la consideran una obra de arte. Eso para mí basta y sobra.
-¿Para usted qué es lo que representa la obra?
La he visto solamente por fotos. Me encanta la obra, me gusta su colorido, me gusta la expresión de las caras. Tienen una cosa nostálgica que es muy potente, tienen una cosa muy ingenua. Para mí es muy hermosa.
-¿No le parece -como se ha dicho- que es un poco fea, que pasó el tiempo y las remodelaciones le hicieron mal?
No, no me parece nada de todo eso que se dice. Si te pudiera mostrar ejemplos de arte popular a través del mundo, como te decía, este tipo de arte tú lo juzgas de otra manera.
-No es un canon estético tan estricto
No. Y lo interesante del apoyo que me gustaría darle es que soy un artista académico y tradicional. Me expreso de una manera totalmente distinta, pero eso no quita que seas capaz de valorar otro tipo de arte. Es como si hiciera música clásica y no fuera capaz de entender el tango y la cumbia.
-Me interesa la comparación con Violeta Parra… ¿En que punto ve semejanzas con lo que hizo Robinson Barría con Sentados Frente al Mar y la obra de Violeta Parra?
Es que la Violeta no se guiaba con el academicismo y por estilos que estaban muy vigentes en la época. Ella trataba de expresarse y lo hacía con mucho cariño por las personas. Ella quería un lenguaje directo. Era autodidacta y no tenía una voz académica, pero eso no importaba. Para ella lo importante era comunicarse y lo hacía de corazón a corazón y la parte más sofisticada o académica quedaba de lado. Ella se pone a pintar, a cantar, y no pide permiso a nadie.
-¿Un poco como lo hace Robinson Barría cuando crea Sentados Frente al Mar?
Claro. Yo no le conozco otras obras y la verdad es que no estoy de acuerdo con él cuando dice que no quedó bien terminada. Porque el autor casi es el último al que hay que escuchar. Yo tampoco quedo muy contento con las cosas que he hecho. Pero una vez que la obra ha nacido y está en un lugar público ya ni siquiera es de él. Es lo que pasa con la mano mía en el desierto.
-¿A Sentados Frente al Mar le pasa lo mismo que a la Mano del Desierto, son obras que empiezan a trascender al artista y toman vida propia?
Exactamente. Se los apropia la gente. Hay otras obras que son enormes y la gente nunca se saca fotos con ellas ni se va a detener a mirarlas. Entonces, no es porque están en un lugar publico. Si la gente le saca tantas fotos es porque le llega. Porque le dice algo.
¿Alguna vez le pasó con una obra suya? ¿Que corriera riesgo de desaparecer?
No sé si es muy buen ejemplo. En Viña del Mar tengo una obra en un pasaje que se llama Calle de cristal y de repente algunos administradores o comerciantes pensaron que había que sacarlas porque les molestaba. Y otros se organizaron para defenderla. Yo no dije ni una palabra porque, como decíamos recién, la cosa no es tuya. Es parte de la vida de ellos.
¿Qué le parece el proceder del Ministerio de Vivienda?
Mira, ellos pueden hacer lo que quieran, pero primero tienen que informarse si son los adecuados para intervenir. Si no se informan antes y no preguntan a las personas indicadas, es un crimen. Es como si de repente hubiese que decidir si se va a operar a una persona de una cosa sumamente seria y no se consultara a los expertos. Esas cosas no se hacen. Hay que saber en qué terreno está pisando uno y un arquitecto no necesariamente va a tener la expertise para hacer eso.
Llama la atención que se ha visto al Ministerio de Vivienda y no al Ministerio de Cultura, que uno imaginaría que tiene una postura frente a esto…
Exactamente. Y también hay personas como Milan Ivelic, que ha sido director de museos, que algo tienen que decir sobre esto. Yo lo considero séper grave.
¿Que más le dijo a Robinson Barría?
Mira, te lo voy a decir con mucha malicia y también con cariño por un colega. Fue como decirle, mira, tú ya hablaste, y tú ahora cállate, y déjanos a nosotros defenderla. Porque, no sé si se entiende, es que la obra ya creció y la gente ya se la apropió. Imagínate que él dijera que la va a destruir y hacer otra. No corresponde. Ya está hecha.
-Sentados Frente al Mar y la Mano del Desierto deben ser las dos esculturas más icónicas en Chile. Por eso llama la atención que usted llame y asuma esta defensa. ¿Hacer una obra que cobra tanta fuerza implica una responsabilidad del autor sobre su futuro?
No, para mí no. Para mí es la sociedad que tiene que defenderla. Uno ya hizo lo suyo.
Fuente: La Tercera