Cerca de 90 horas permaneció como ministro de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, Mauricio Rojas, el ex speechwriter del Presidente Sebastián Piñera, lapso de tiempo marcado por las críticas que recibió por sus controvertidos dichos sobre el Museo de la Memoria.
Hoy, el ex militante del MIR y ex miembro del parlamento sueco, que había asumido el jueves tras el primer cambio de gabinete de la segunda administración de Piñera, reemplazando a Alejandra Pérez, renunció al Gobierno.
Los dichos de Rojas del año 2016, rescatados y publicados por el diario La Tercera el sábado, abrieron un flanco imposible de contener para el entrante ministro que comenzó a amenazar seriamente al Gobierno. Además de figuras del mundo de la cultura y personalidades de oposición, el directorio del mismo Museo de la Memoria manifestó su malestar, mientras que en el partido oficialista Evopoli, también rechazó las declaraciones del ahora ex ministro.
Hace instantes, el Presidente Sebastián Piñera aseguró que «aceptó la renuncia de Rojas» y anunció que Consuelo Valdés Chadwick, ex directora del Ministerio Interactivo Mirador, asumirá en su reemplazo.
«Nuestra visión en los derechos humanos no se limita en condenar los atropellos (…). Tenemos también un profundo compromiso con la búsqueda de la verdad y la justicia, con aprender de los errores del pasado, buscar los caminos de la reconciliación y fortalecer una cultura de respeto irrestricto de todos y cada uno de nuestro compatriotas», agregó Piñera.
«Nuestro Gobierno condena categóricamente los atropellos a los derechos humanos en cualquier tiempo, en cualquier lugar y en cualquier momento (…). Condenamos lo que ocurren en el pasado en nuestro país, como los que ocurren en nuestro continente», dijo Piñera.
Con respecto a la situación del ministro Mauricio Rojas, «no compartimos sus opiniones y declaraciones y respecto al sentido del Museo de la Memoria de un periodo muy oscuro en nuestro país», dijo Piñera, agregando que «tampoco compartimos la intención de algunos sectores que pretenden imponer una verdad única, que no tienen tolerancia y respeto por la libertad de expresión».
«Es bueno preguntarnos con buena fe porqué se debilitó la democracia y el estado derecho en nuestro país, porqué la amistad cívica entre los compatriotas, porqué se legitimó el uso de la violencia, por su puesto. Ninguna de estas preguntas, ni tampoco sus respuestas, justifican los inaceptables atropellos a los derechos humanos», finalizó Piñera.