Como es sabido, hace unos días tomé la meditada decisión de abandonar Renovación Nacional, la tienda política a la que ingresé hace 25 años. No fue una decisión sencilla. Por varios años aguardé sin resultados, cambios de estilo para enfrentar las relaciones internas, la debida consideración a los militantes, y un papel más activo en los temas de región y país.
Bajo su paraguas me presenté y triunfé varias veces como concejal, alcalde y parlamentario; traté de hacer lo mejor que pude por la unidad y el posicionamiento de la visión de centroderecha en el debate público. Pero a veces esos esfuerzos no bastan cuando hay ausencia de voluntad para remediar el rumbo de parte de quienes, con una deficiente conducción, nos han llevado al estado de cosas en que estamos.
Lo que pasa en RN no es ni nuevo ni exclusivo de esa tienda. Así como Chile atraviesa una crisis de credibilidad, lo propio sucede con los partidos y los movimientos, que vienen viviendo su propio vía crucis hace años.
Las causas del declive en general pasan por la pérdida de confianza sostenida ante malas prácticas; el predominio del amiguismo por sobre el liderazgo; la falta de sintonía con los temas reales de la población; el abuso de poder y los sucesivos escándalos de irregularidades y corrupción que han envuelto a varios de los protagonistas de este mundo.
No se malentienda. La falta de uno no hace regla de todo. Tampoco le resta validez al rol de los partidos. En lo personal, soy y seguiré siendo creyente de que la militancia es una forma válida, legítima y necesaria para enfrentar la cuestión cívica en democracia, en la medida que los partidos sean representativos de las bases; dotados de instancias, cargos y reglas claras, sanas y transparentes; y anclados en valores y principios.
Los cuestionamientos a los partidos no deben ser causa de inamovilidad. Por el contrario, son la oportunidad para dar paso a reflexiones profundas, reingenierías en las formas y los fondos que convocan su existencia, para volver a transformarlos en espacios de reflexión y acción y, por sobre todo, en organizaciones al servicio de las comunas, las regiones y el país. Es volver a la mirada de la política para servir y no servirse.
Bernardo Berger Fett
Diputado de la República