A los 96 años, murió este jueves en su residencia de Balmoral (Escocia) la reina Isabel II de Inglaterra, poniendo fin así a siete décadas de reinado de una de las figuras clave y más emblemáticas de la última parte del siglo XX y lo que va del siglo XXI, no sólo en Reino Unido, sino en el mundo entero.
La noticia mantenía expectante a todo Reino Unido, luego de que durante el mediodía británico el Palacio de Buckingham informara que la soberana se encontraba bajo supervisión de sus médicos, quienes se mostraron «preocupados» por su estado de salud.
Esto desató una ola de reacciones. Fue así como la recién asumida Primera Ministra, Liz Truss, expresó en su cuenta de Twitter que «el país entero estará profundamente preocupado por las noticias del Palacio de Buckingham», y agregó que «mis pensamientos -y los de todas las personas en el Reino Unido- están en estos momentos con Su Majestad La Reina y su familia».
Asimismo, buena parte de la familia de la monarca, comandada por su hijo mayor el príncipe Carlos, acudió a Balmoral ante las noticias del deterioro del estado de salud de la matriarca. Esto, más otros hechos como la suspensión de la ceremonia de cambio de guardia en el Palacio de Buckingham, ya daban señales de que el fallecimiento de Isabel II era inminente.
La última actividad de Isabel II como monarca fue el martes, cuando recibió en Balmoral a Liz Truss, a quien le encargó la misión de encabezar el Gobierno británico tras ser elegida líder del Partido Conservador. Minutos antes, la reina había sido visitada en el mismo lugar por Boris Johnson, quien le comunicó su renuncia como Primer Ministro.
Ambas reuniones se realizaron en Escocia debido a los problemas de movilidad que presentaba la monarca, que le impidieron trasladarse a Londres.
La muerte de Isabel II abrió paso a un riguroso protocolo que contempla desde cómo informar su deceso hasta las ceremonias que se llevarán a cabo para homenajearla. Como el deceso fue en Escocia, se activó la llamada operación «Unicornio», que contempla el paso del cuerpo de la monarca por la catedral de Edimburgo, para luego ser trasladada en tren a Londres.
Fuente: Emol