El incendio registrado durante la madrugada de este martes, en una bodega en pleno centro de Osorno y cuyo muro cortafuegos, fue fundamental en que las llamas no avanzaran a un taller automotriz y un local nocturno, pone justicia a la necesaria utilización de esta estructura, la cual puede marcar los destinos de cualquier inmueble afectado, o colindante con un siniestro con alto poder de fuego.
Según la Ordenanza General de Urbanismo y Construcciones (OGUC), un muro cortafuego es un elemento constructivo cuya función fundamental es retrasar el avance del fuego y evitar su propagación, cuya altura debe alcanzar los 50 centímetros sobre el límite de la techumbre, además de un saliente, conocido como alero, de 20 centímetros, tal como lo explica la arquitecta de la Universidad de Santiago, Abigail Alvial.
Este muro deberá tener necesariamente, según el tipo de inmueble, metros cuadrados, altura, uso final, entre otros factores, una determinada resistencia mínima al fuego, la cual se denomina con la letra F y un numeral respectivo, el cual indica el tiempo que deberá resistir la acción de las llamas.
Por ejemplo, una separación de hormigón, de 10 cm de ancho, debería tener una resistencia de F90, esto es, 90 minutos será el tiempo de defensa ante el fuego, precisa la arquitecta Abigail Alvial.
Desde Bomberos, el refuerzo a incentivar la construcción de estas separaciones es algo necesario, debido a la poca regularización, sobre todo en las viviendas particulares pareadas que no la poseen, argumenta el inspector de obras, Felipe Oyarzún.
La normativa actual no obliga a que las viviendas no pareadas tengan estos muros, salvo su caso contrario. En caso de no tenerlas, los expertos recomiendan su construcción y analizar, además, las diferentes alternativas de materiales en el mercado, de acuerdo al bolsillo de cada dueño de casa.