Pocos días atrás, se publicó una notica que indica que cientos de nuevos virus fueron descubiertos en murciélagos de China, muchos de los cuales tienen mayor facilidad de transmitirse entre especie que el mismo COVID-19, convirtiéndose probablemente en la próxima pandemia por SARS-COV-3. Este hallazgo, lo hace un grupo de científicos perteneciente al Proyecto Viroma Global, iniciativa internacional que trata de anticiparse a los 500.000 virus que pueden afectar a los humanos y que se encuentren en especies de fauna silvestres.
¿Anticiparse, será la clave?, al parecer así lo es, tanto para enfrentar esta como otras enfermedades emergentes. La comunidad científica siempre ha llamado la atención sobre la necesidad de seguir investigando a nuestra fauna silvestre, su interacción con los animales domésticos y el efecto que nosotros estamos generando sobre ellas. Tenemos claro, que los murciélagos no son los culpables de esta pandemia, sino que nuestra mala relación con la naturaleza es uno de los principales factores responsables de tal crítica situación. También sabemos que los murciélagos no son ni serán la única especie silvestre que puede transmitir coronavirus u otras enfermedades zoonóticas. Sin embargo, pese a estos llamados, la necesidad por hacer investigación, sólo se vuelve prioridad cuando el problema revienta. Nuestra cultura reactiva más que preventiva sigue mostrándonos lo equivocados que estamos, y aunque, la ONU declara que la integridad de los ecosistemas es la base de la salud y el desarrollo humano, poco se hace por ello.
Varios científicos y autoridades han indicado que el epicentro del COVID fue el mercado de Wuhan-China, lugar donde animales silvestres, domésticos y las personas, se mezclaron y transmitieron enfermedades. Esta situación, no está para nada ajena a lo que cada vez más se está registrando en nuestras ciudades, campos, ríos y lagos, donde la destrucción del hábitat por acción humana hace que especies nativas y domesticas estén más en contacto e interactúen. Ya hemos visto, a través de nuestras cámaras trampa como nutrias de rio, gatos guiña, coipos, pudúes y zorros culpeo comparten los mismos espacios con ratas, visones, perros, gatos y vacunos, lo cual, podría estar facilitando la transmisión de distemper, parvovirus, leptospira, rabia, tuberculosis e incluso coronavirus. Los especialistas indican que es necesario identificar donde están los puntos críticos de propagación zoonótica en la vida silvestre y así controlarla y evitar que se expanda a otros lugares. Esto sin duda, nos obliga a fomentar y apoyar la investigación científica orientada a identificar cuáles son las enfermedades emergentes que existen entre nuestras especies nativas para así, no convertirnos en otra fuente de nuevos virus pandémicos. ¡Anticiparse es tarea de todos!
Dr. Héctor Pavés Hernández
Director Departamento de Ciencias Básicas de la Facultad de Ciencias.
Universidad Santo Tomás sede Osorno.