Presidente de SAGO A.G.: «Un día de vergüenza para todos los chilenos»

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Christian Arntz Mac-Evoy

· Chile ha acabado por convertir en sinónimos dos realidades distintas, como son el uso de la fuerza y la violencia.

La violencia y la fuerza se diferencian por algo muy simple: sólo la segunda es legítima y su finalidad es mantener la integridad del Estado de Derecho. ¿Tiene legitimidad el ataque a las fuerzas de orden, la destrucción de propiedad pública y privada, el rallado de inmuebles, estatuas, bloqueo calles? No. Y eso seguirá siendo así en la nueva Constitución, independiente de quiénes sean electos constituyentes.

La siguiente pregunta, entonces, cae de cajón. Si es tan fácil distinguir legalmente a aquellos que ejercen legítimamente la fuerza y quiénes no ¿por qué se ha hecho tan difuso qué es lo que pueden y no pueden hacer las fuerzas de orden y seguridad frente a delitos flagrantes? La respuesta a este fenómeno es simple: porque ha avanzado un discurso que se resume en el hecho de que nuestro país estaría levantado sobre una institucionalidad ilegítima, es decir, la Constitución de 2005. Esto se traduce en que un grupo importante de chilenos ha caído en el engaño de considerar que los organismos encargados de mantener el orden público carecen de legitimidad para hacer el uso de la fuerza que la ley les mandata.

En síntesis, el caos cuya capital es la plaza Baquedano y que se extiende por un extenso territorio de La Araucanía, entre otros, radica en el simple hecho que Chile ha acabado por convertir en sinónimos dos realidades distintas, como son el uso de la fuerza y la violencia. Para algunos, Carabineros (fuerzas de orden), no tiene más legitimidad que la denominada Primera Línea (violencia).

El jueves 11 de marzo, es decir a 510 días del estallido de violencia del 18 de octubre de 2019, quedará marcado como una nueva fecha de vergüenza para todos los chilenos. Ese día, la estatua del General Baquedano que honra la memoria de los ciudadanos que nos precedieron y legaron la posibilidad de seguir llamando Chile a esta angosta y larga faja de tierra, fue retirada del lugar en que permaneció por 93 años. El gesto es lo más similar a aquel chiste de “Don Otto” en que éste, alertado de la infidelidad de su pareja por su inseparable amigo Fritz, decide vender el sillón en que se cometió el adulterio, como si ese hecho asegurara que el engaño no volvería a ocurrir.

El retiro de la estatua del General Manuel Baquedano no terminará con la violencia. El irresponsable discurso de la deslegitimización ha “revuelto” -no por nada reemplazan la palabra violencia por “revuelta”- conceptos antagónicos y bien vale la pena preguntarse: ¿qué pasará cuando la nueva Constitución reitere algo tan propio como que las Fuerzas de Orden son las responsables del uso legítimo de la fuerza?